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El precio del asado en la Patagonia se iguala al del norte del país tras más de 20 años

La flexibilización de la barrera sanitaria y los cambios en la oferta de carne redujeron una brecha histórica en los precios del asado en la región.

Durante décadas, el precio del asado en la Patagonia fue sinónimo de un diferencial significativo respecto del resto del país. La combinación de la barrera sanitaria, los mayores costos logísticos y una oferta más limitada explicaban por qué los consumidores del sur argentino pagaban valores sensiblemente superiores por uno de los cortes más emblemáticos de la mesa nacional. Sin embargo, ese escenario histórico comenzó a cambiar de manera acelerada en los últimos meses y hoy el mercado atraviesa una situación inédita: el precio del asado para el consumidor del norte de la Patagonia ya se encuentra en niveles muy similares a los valores consolidados en los mercados ubicados al norte del río Colorado.

Se trata de un hecho que no se registraba desde hace más de dos décadas y que reavivó el debate entre productores, frigoríficos, carniceros y consumidores. Pese a las quejas y comentarios críticos de algunos sectores de la actividad ganadera, la flexibilización de la barrera sanitaria —que permitió el ingreso de carne con hueso desde el norte del país— generó un impacto directo en las góndolas. El efecto más visible fue un abrupto descenso del precio del asado, fundamentalmente en los mercados de Río Negro y Neuquén, que históricamente habían funcionado como una “isla” de precios altos dentro del mapa cárnico argentino.

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Un alivio transitorio: los precios vuelven a subir en la Patagonia

El alivio en los bolsillos de los consumidores patagónicos, sin embargo, no fue permanente. Según los últimos datos difundidos por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), durante el mes pasado el valor del asado en el norte de la Patagonia volvió a experimentar un incremento. El precio promedio por kilo en góndola alcanzó los 13.990 pesos en los comercios y carnicerías del Alto Valle, consolidando un escenario de aumentos continuos que se viene observando desde mediados de año.

El ajuste mensual implicó una suba cercana al 4% respecto de octubre, una variación que superó claramente los índices de inflación de noviembre, que se ubicaron en torno al 2,5%. Este dato confirma que la carne vacuna continúa registrando incrementos por encima del nivel general de precios, presionada por la menor disponibilidad de hacienda tanto en los mercados regionales como en el plano nacional.

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El aumento tampoco fue solo en términos de moneda local. De acuerdo con el relevamiento del INTA, al convertir los valores a dólares —tal como se detalla en el gráfico técnico del organismo— el incremento mensual fue del 3,2%, ubicando el kilo de asado en góndola en torno a los 9,8 dólares. Este indicador resulta clave para dimensionar el fenómeno desde una perspectiva más amplia, ya que permite comparar la evolución del precio del asado argentino con otros mercados internacionales y con el poder adquisitivo real de los consumidores.

El salto nacional del asado y su desacople con la inflación

Mientras en la Patagonia los aumentos fueron moderados en términos relativos, a nivel nacional el precio del asado volvió a instalarse en el centro del debate económico argentino. Según los últimos datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el kilo de asado cerró noviembre en 13.304 pesos, lo que representa un incremento de casi 2.000 pesos por kilo respecto del valor de octubre, cuando se ubicaba en 11.775 pesos. En términos porcentuales, la suba mensual fue del 13%, un salto que no se observaba desde hacía meses.

El contraste con el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue contundente. Mientras la inflación general avanzó apenas un 2,5% en el mismo período, el asado multiplicó su valor por más de cinco veces esa variación. Este desfasaje volvió a poner bajo la lupa la particular dinámica del mercado de la carne vacuna en Argentina, un sector atravesado por tensiones estructurales, cambios en la oferta y una fuerte sensibilidad social.

La brecha entre el precio del asado y la inflación general no es un fenómeno aislado de noviembre. Por el contrario, se viene consolidando desde hace tiempo. De acuerdo con los datos oficiales, mientras la inflación interanual se ubicó apenas por encima del 31%, el precio del asado trepó un 85% en los últimos doce meses. La diferencia es notoria y confirma que los cortes vacunos —y especialmente los de consumo popular— atravesaron un proceso de encarecimiento muy superior al promedio de los bienes y servicios relevados por el INDEC.

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En este contexto de subas pronunciadas, las cotizaciones promedio a nivel nacional registraron incrementos mucho mayores, en proporción, a los que enfrentaron los consumidores del norte de la Patagonia. Como resultado, el diferencial de precios promedio entre ambos mercados quedó reducido a apenas un 5%, un indicador que no se veía desde hace más de 20 años en la región.

Por qué se achica la brecha

Hoy, el precio promedio del asado en los principales centros minoristas de Neuquén y Río Negro se ubica en promedio tan solo un 5% por encima de los valores promedio consignados en los comercios del norte del país. Esta convergencia representa un cambio estructural para la región, aunque no se replica de igual manera en el resto de los cortes vacunos orientados al segmento minorista, donde aún persisten diferencias relevantes.

Las razones de este fenómeno son múltiples, pero hay algunos factores centrales. Sin dudas, el principal es la flexibilización de la barrera sanitaria. El ingreso de carne con hueso desde el norte del país permitió equilibrar los mercados patagónicos, históricamente limitados por restricciones sanitarias. Más oferta terminó por presionar los precios a la baja, en un mecanismo clásico de mercado que redujo de manera drástica la brecha histórica.

El segundo factor es la falta de hacienda para faena y la progresiva caída de la producción que viene mostrando la industria en los últimos meses. Se trata de un fenómeno de alcance nacional, vinculado a ciclos ganaderos desfavorables, mayores costos de producción, caída de stocks y una menor inversión en etapas anteriores del ciclo.

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El asado ya no muestra diferencias marcadas entre regiones, pero sigue aumentando por encima de la inflación.

El asado ya no muestra diferencias marcadas entre regiones, pero sigue aumentando por encima de la inflación.

No obstante, los efectos de este nuevo escenario de menor oferta se sienten con mucha más fuerza al norte de la barrera sanitaria que en la Patagonia. En las principales zonas productoras del país, la escasez de hacienda se combina con un aumento de la participación de la exportación dentro de la oferta comercial. La mayor demanda externa, atraída por mejores precios en dólares, reduce la disponibilidad de carne para el mercado interno y genera presiones adicionales sobre los valores en góndola.

En la Patagonia, este contexto es distinto. Si bien la producción regional también cayó, el impacto en los precios fue más moderado. Una de las razones centrales es que las colocaciones externas de carne son marginales en relación con el consumo interno existente. La menor competencia entre exportación y mercado doméstico actúa como un amortiguador frente a los aumentos que sí se observan con mayor intensidad en otras regiones.

De este modo, el mercado del asado en el norte de la Patagonia atraviesa una etapa de transición. Los consumidores ya no enfrentan una desventaja histórica en términos de precios, pero tampoco están exentos de las tensiones que afectan al conjunto del país. El desafío hacia adelante será consolidar este nuevo equilibrio sin desalentar la producción ni generar nuevas distorsiones en la cadena cárnica, en un contexto donde el asado sigue siendo mucho más que un simple corte de carne: es un termómetro social y económico de la Argentina.

Fuente: Redacción +P.

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