Cerdos

El resurgimiento de las granjas de cerdos en Argentina: un camino hacia la rentabilidad

Tras un 2024 marcado por pérdidas, la producción de cerdos vive un récord de rentabilidad en 2025 un repunte histórico: costos más bajos, precios en alza.

El agro argentino, tan acostumbrado a convivir con ciclos de euforia y de crisis, vuelve a ofrecer un caso paradigmático en 2025. Esta vez, el protagonista no es el trigo ni la soja, sino un sector históricamente relegado en la agenda pública: la producción de cerdos. Según un reciente informe de la Fundación Mediterránea, a través del IERAL, las granjas porcinas atraviesan un verdadero resurgimiento, que marca un quiebre con el sombrío panorama de 2024.

El dato más relevante es contundente: entre enero y julio de 2025, los márgenes netos alcanzaron los niveles más altos de la última década, apenas superados por los registros excepcionales de 2017. De un “piso” de pérdidas y desánimo en 2024, el sector se proyecta hacia un “podio” inesperado en el presente año, con resultados que superan incluso el promedio histórico.

Pero, ¿Qué explica semejante recuperación en tan poco tiempo? La respuesta no se encuentra en un único factor, sino en una combinación virtuosa de ingresos levemente mejores y costos significativamente más bajos, sumada a la ventaja geográfica y a la eficiencia productiva de cada establecimiento.

Los ingresos: la lenta recomposición del precio del capón

Durante 2024, el sector sufrió un verdadero calvario en materia de precios. El capón, corazón del negocio porcino, se pagaba en valores que apenas permitían cubrir costos. Sin embargo, en 2025 la dinámica cambió. Según el informe, los ingresos reales mejoraron un 5%, con el precio del capón como motor casi exclusivo de esa recuperación.

Cabe matizar el optimismo: el precio actual sigue estando un 7% por debajo del promedio real de 2016-2023. Es decir, la mejora no alcanza para hablar de un boom de precios. Aun así, en comparación con el año anterior, el repunte fue suficiente para sacar al sector del ahogo financiero. La venta de animales de refugio apenas aporta un 2% adicional, lo que confirma que la suerte del negocio se juega casi por completo en el precio del capón.

Los costos: el verdadero “combustible” de la recuperación

Si los ingresos explican una parte del alivio, el gran protagonista de este resurgir son los costos de producción. Según el IERAL, entre enero y julio de 2025 los costos se redujeron un 15% en términos reales, gracias a un abaratamiento histórico de los granos, principalmente maíz y soja.

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Los costos de producción para la actividad cayeron 15% en términos reales.

Los costos de producción para la actividad cayeron 15% en términos reales.

Conviene recordar que la alimentación representa alrededor del 60% de los gastos totales de una granja porcina. En este rubro, los precios cayeron un 17% interanual, configurando una oportunidad extraordinaria. Así, en julio de 2025, el costo promedio de producción fue de $1.667 por kilo, lo que significa un 4,7% menos que en julio de 2024 y un 10% menos que el promedio histórico de la última década.

Otros rubros también acompañaron la tendencia: sanidad, inseminación, fletes y energía se abarataron. La única excepción fue la mano de obra, que se encareció un 16% y pasó a representar un 10% del costo total. Aun así, la caída del gasto en alimentación compensa con creces esa suba.

La geografía como aliada

Un hallazgo central del informe es la importancia de la localización geográfica en la rentabilidad. En la Argentina agrícola, donde abundan los excedentes de maíz y soja, estar lejos de los puertos no siempre es un problema: puede ser una ventaja.

¿Por qué? Porque a medida que la producción se aleja de Rosario, epicentro exportador, el precio de los granos baja en proporción al costo de transporte. De este modo, las granjas situadas en zonas con excedentes agrícolas y a varios cientos de kilómetros del puerto acceden a materias primas más baratas.

El contraste es notable: una granja de eficiencia media en Malena, a 450 km de Rosario, promedió márgenes de $367/kg. En Marcos Juárez, a 150 km, los márgenes cayeron a $326/kg, y en las cercanías del puerto rosarino se redujeron a $286/kg. La diferencia en costos puede llegar al 5% por kilo producido. En definitiva, estar en el “interior profundo” puede ser más rentable que estar cerca de los grandes centros de embarque.

La eficiencia productiva: el otro gran diferencial

Más allá de la geografía y del contexto macroeconómico, cada granja escribe su propia historia. El nivel de eficiencia en la conversión alimenticia y en la productividad por madre es un factor decisivo.

Los números lo confirman:

-Las granjas de alta eficiencia (2,5 kg de alimento por kg de capón y 4.116 kg por madre al año) lograron márgenes netos de $537/kg, equivalentes al 36% de sus costos totales.

-Las de eficiencia media promediaron $367/kg, con una rentabilidad del 22%.

-Las de baja eficiencia, aunque relegadas, consiguieron $77/kg, un 4% de sus costos.

Incluso estas últimas muestran una mejora notable respecto a los siete años anteriores, cuando sus márgenes fueron sistemáticamente negativos. La lección es clara: en un contexto favorable, la eficiencia multiplica los beneficios.

La sensibilidad a los granos: un juego de equilibrio

El informe también advierte sobre la vulnerabilidad del sector frente a los vaivenes del mercado de granos. Una simulación basada en los precios del maíz y la soja en Rosario muestra lo siguiente:

Si una granja de eficiencia media pagara un 10% menos que los precios de referencia, sus márgenes serían un 48,1% más altos. Si pagara un 10% más, la rentabilidad se derrumbaría en igual proporción.

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El escenario para lo que queda de 2025 abre un horizonte de optimismo, pero también de desafíos.

El escenario para lo que queda de 2025 abre un horizonte de optimismo, pero también de desafíos.

Es decir, la salud económica del negocio depende de manera directa y casi lineal del costo de la alimentación. Un cambio en la cotización de los granos puede convertir un año brillante en uno crítico.

Una oportunidad para consolidar el sector

El escenario de 2025 abre un horizonte de optimismo, pero también de desafíos. La recuperación no debe interpretarse como un destino asegurado, sino como una ventana de oportunidad. Si el sector logra aprovechar este respiro para invertir en eficiencia, diversificar mercados y mejorar su integración con la industria cárnica, el renacer porcino podría transformarse en una tendencia sostenible.

La Argentina tiene todo para ser un jugador relevante en la producción de carne porcina: disponibilidad de granos, capacidad tecnológica, know-how productivo y un mercado interno en expansión. Lo que falta, quizás, es una estrategia de largo plazo que consolide las ventajas estructurales más allá de los vaivenes coyunturales.

Del piso al podio, con lecciones

El paso de un 2024 negro a un 2025 alentador demuestra, una vez más, la fragilidad pero también la resiliencia del sector agropecuario argentino. La caída de los costos de alimentación encendió la chispa, la ubicación geográfica agregó combustible y la eficiencia productiva puso la estocada final para transformar la crisis en oportunidad.

El desafío será sostener esta dinámica en un país acostumbrado a pendular entre la abundancia y la escasez. Si algo queda claro, es que las granjas porcinas ya no son un actor marginal: en 2025 se ganaron un lugar en el podio de la rentabilidad agroindustrial.

Fuente: Fundación Mediterránea con aportes de Redacción +P.

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