Jabalíes en Patagonia: ¿La amenaza definitiva para los bosques nativos?
Los jabalíes ya no son solo un problema sanitario: están literalmente “arando” los suelos de los bosques protegidos de la Patagonia y frenando su regeneración natural.
Desde hace dos décadas, el jabalí europeo (Sus scrofa) se convirtió en una de las especies exóticas invasoras más agresivas de la Patagonia argentina y chilena. Su capacidad reproductiva, ausencia de predadores naturales y adaptación a climas fríos han disparado sus poblaciones hasta densidades nunca vistas. Lo que pocos saben es que, más allá de los daños a la ganadería y los accidentes de tránsito, estos animales están provocando alteraciones profundas y posiblemente irreversibles en los suelos y la regeneración de los bosques nativos de lenga, ñire, coihue y ciprés de la cordillera.
Un trabajo, aunque fue publicado hace ya algún tiempo por el Departamento de Protección Forestal y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad de Brno (República Checa) en la revista Human-Wildlife Interactions, cobra especial importancia hoy. El reporte analizó el impacto del jabalí en bosques templados europeos y llegó a conclusiones que encajan perfectamente con lo el escenario que hoy observan guardaparques y científicos en Chubut, Río Negro, Neuquén y Tierra del Fuego.
Los números del colapso
Los investigadores comprobaron que el 4,49 % de las 180 millones de plántulas forestales plantadas en 2019 fueron destruidas por jabalíes, alcanzando en algunas parcelas hasta el 80 % de daño.
En la Patagonia, los registros de Parques Nacionales y del INTA coinciden: en sectores de Los Alerces, Nahuel Huapi y Lanín y Tierra del Fuego, las tasas de destrucción de renovales superan con frecuencia el 70% en los primeros tres años tras la plantación o después de incendios.
Cómo el hocico del jabalí “labra” el bosque patagónico
Al buscar lombrices, larvas y raíces, los jabalíes remueven la capa superficial del suelo con una intensidad comparable a una arada mecánica profunda. Este hábito rompe la costra orgánica, acelera la erosión en pendientes cordilleranas y modifica la microtopografía del terreno.
En suelos volcánicos andino-patagónicos, ricos en ceniza y pumicita, la pérdida de la capa superior facilita la compactación y reduce drásticamente la capacidad de retención de agua.
Estudios locales del CIEFAP (Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico) han medido disminuciones de hasta el 40% en la infiltración de agua en parcelas con alta densidad de jabalíes.
Regeneración forestal en jaque
Los renovales de lenga y ñire menores a 50 cm son particularmente vulnerables. Los jabalíes no solo los arrancan o tronchan al hozar, sino que consumen casi la totalidad de las semillas caídas durante el invierno, impidiendo la regeneración natural.
En áreas quemadas de 2014-2015 (como el incendio de Cholila o Lago Puelo), donde se invirtieron millones en restauración, la presencia masiva de jabalíes ha hecho fracasar más del 60% de los proyectos de plantación, según informes del Plan Nacional de Manejo del Fuego.
Sin soluciones mágicas: solo reducción poblacional
Los investigadores checos son tajantes: “Actualmente, no conocemos ningún método de protección 100% eficaz contra este daño”. Cercos eléctricos, repelentes químicos y protectores individuales de plástico resultan inviables a escala de miles de hectáreas.
La única estrategia con resultados comprobados es la reducción drástica y sostenida de las poblaciones mediante caza profesional, trampeo masivo y monitoreo con cámaras-trampa. En la Patagonia argentina ya se aplican planes provinciales de control (Chubut declaró al jabalí “especie perjudicial” en 2023 y permite su caza todo el año), pero la densidad sigue creciendo.
La Patagonia enfrenta hoy el mismo escenario que Europa advirtió hace una década. Si no se actúa con decisión, los bosques nativos que tardan siglos en formarse podrían perder para siempre su capacidad de regenerarse de manera natural. El jabalí no solo trae peste porcina: trae el fin silencioso del bosque austral tal como lo conocemos.
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