¿Por qué peligra la carne de cerdo argentina pese al aumento de producción?
Aunque la producción local de carne de cerdo creció en el primer semestre del año, hay variables que ponen en riesgo la continuidad de los productores.
Según un reciente informe de JLU Consultora, dirigida por el especialista Juan Luis Uccelli, las importaciones de carne de cerdo a la Argentina alcanzaron un acumulado superior a las 28.000 toneladas en lo que va del año, a pesar de que junio mostró el valor mensual más bajo del año. Esta situación, lejos de pasar desapercibida, está generando múltiples impactos negativos en la cadena productiva porcina nacional.
Uno de los efectos más notorios es la dificultad creciente para colocar en el mercado la carne de cerdo congelada importada. Según detalla el informe, la demanda de este producto ha caído, lo que obligó a algunos grandes centros de venta a lanzar ofertas especiales para deshacerse del stock. Este fenómeno ha generado una sobreoferta que repercute directamente en los precios y perjudica principalmente a los productores locales, a las plantas de faena y a los depósitos de carne del país.
Uccelli advierte que se trata de una competencia desleal: "El producto importado ingresa con precios que no se condicen con la estructura de costos nacional, y el Gobierno no toma ninguna medida al respecto". Esta inacción oficial agrava el problema para los actores locales del sector porcino, que deben enfrentarse a un mercado saturado, con márgenes de rentabilidad cada vez más ajustados.
Mercado local en tensión: precios y márgenes
El informe también hace un repaso del comportamiento del mercado local. En términos de precio, el cerdo en pie mostró una leve baja en su cotización dolarizada durante junio, mientras que en moneda local prácticamente no se modificó. En el acumulado del primer semestre, el aumento fue de apenas un 6%, un número claramente inferior a la inflación general del país.
Pese a este contexto, el Margen Bruto de junio mejoró respecto de los meses anteriores. En parte, esto se debió a una relativa estabilidad en los costos de los insumos, que crecieron apenas un 10% en el semestre. Sin embargo, Uccelli señala que los resultados son dispares según el tamaño del productor: "Los grandes establecimientos han logrado mantenerse con eficiencia y buenos resultados, mientras que los pequeños están cada vez más complicados, con rentabilidades mínimas o directamente negativas".
El precio al consumidor, por su parte, mostró una baja marginal, producto de la sobreoferta en el mercado. Este exceso de carne no solo proviene de la producción nacional sino también de las importaciones, que han inundado góndolas y cámaras frigoríficas con productos congelados ofrecidos a precios bajos, y no siempre bajo condiciones óptimas de presentación o etiquetado.
El informe también pone el foco en problemas estructurales del sector que no han sido resueltos. Uno de ellos es la falta de competitividad en las exportaciones. “Mientras países como Brasil, España y EE.UU. han encontrado la manera de darle valor a las menudencias y a los cortes que no se consumen localmente, en Argentina estos productos prácticamente no tienen salida, lo que limita nuestras posibilidades de exportación”, explica Uccelli. A esto se suma el reciente regreso de las retenciones al maíz y la soja, dispuesto por el Gobierno Nacional a partir de julio. Esta medida ya ha provocado incertidumbre entre los productores agrícolas, y podría generar una menor oferta de granos para el sector porcino, que depende de estos insumos para la alimentación de sus animales.
Otro tema que volvió a escena es el de la Ractopamina, un aditivo alimentario cuyo uso está permitido por una resolución vigente en el país. Según el informe de JLU Consultora, persiste una gran desinformación al respecto, y mientras no se derogue la normativa, no se puede impedir su ingreso a través de productos importados que la contienen.
Una oportunidad desperdiciada
La conclusión del informe de Uccelli es clara: el primer semestre de 2025 podría haber sido uno de los mejores en años para el sector porcino argentino, de no haber mediado la “grosera importación” de carne. Si bien el precio del cerdo en pie no bajó significativamente, tampoco logró aumentar en línea con la inflación, lo que limita el crecimiento del sector.
Además, se profundiza la brecha entre grandes y pequeños productores. Mientras los primeros ganan eficiencia y rentabilidad, los segundos enfrentan crecientes dificultades, sin apoyo real del Estado. “La única salida posible para muchos pequeños productores es asociarse y sumar esfuerzos, o estar preparados para lo peor”, sentencia el informe. La promoción del consumo interno de carne porcina, según JLU Consultora, sigue siendo una tarea pendiente. “Cualquier esfuerzo en esta línea debe entenderse como una inversión, no como un gasto. La Semana de la Carne de Cerdo fue un ejemplo de buena intención pero con poco alcance”, concluye Uccelli.
En un país con capacidad de producción suficiente y una creciente profesionalización en el sector porcino, la estrategia de continuar importando carne a bajos precios parece ir a contramano de los intereses nacionales.
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