Alerta en el comercio global: el transporte marítimo sufre un colapso histórico
Salidas en blanco y cancelaciones masivas: el transporte marítimo se tambalea por la guerra de aranceles entre potencias.
El transporte marítimo, columna vertebral del comercio internacional, atraviesa uno de sus momentos más críticos en años. La llamada Guerra de Aranceles impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado un efecto dominó que hoy golpea directamente a las principales rutas comerciales del mundo, particularmente las que conectan Asia con las costas estadounidenses.
Uno de los síntomas más visibles de esta crisis es el aumento vertiginoso de las llamadas salidas en blanco (o Blank Sailings), fenómeno que pone en evidencia el deterioro de la actividad en el transporte de mercancías por vía marítima. Según el último reporte de la consultora especializada Sea-Intelligence, las suspensiones y cancelaciones de viajes de buques portacontenedores han crecido a un ritmo alarmante, revelando la profundidad de la crisis.
¿Qué son las salidas en blanco?
En el mundo marítimo, una salida en blanco se produce cuando una compañía naviera cancela un viaje programado de un buque. Esto implica que el barco no zarpará en la fecha prevista, dejando espacio vacío en los itinerarios y afectando la cadena de suministro global. Usualmente, las salidas en blanco se utilizan como una estrategia para ajustar la oferta de capacidad ante caídas temporales en la demanda, como suele ocurrir en periodos como el Año Nuevo Chino o la Semana Dorada en octubre.
Sin embargo, el incremento actual de salidas en blanco ya no responde a fluctuaciones estacionales normales, sino a una contracción estructural de la demanda provocada por tensiones comerciales y la imposición de aranceles. En otras palabras, no es un fenómeno temporal, sino un síntoma de un problema mucho más profundo.
La situación actual es inédita en magnitud y rapidez. Allan Murphy, director ejecutivo de Sea-Intelligence, advierte que "el impacto de la guerra comercial ha provocado que muchos transportistas suspendan o cancelen sus envíos", reduciendo significativamente la necesidad de espacio en los buques. Frente a esta baja en la demanda, las navieras no tienen otra opción que cancelar sus salidas para evitar pérdidas aún mayores.
Los datos son elocuentes. En la ruta Asia–Costa Oeste de Estados Unidos, el porcentaje de viajes cancelados alcanzará el 13% en la semana que comienza el 28 de abril, y escalará hasta un 28% en la semana 16 del año. Estos niveles duplican e incluso triplican las tasas normales de cancelaciones fuera de las temporadas bajas.
La Costa Este de Estados Unidos también sufre los efectos. Mientras que en la semana 12 no se registraban salidas en blanco, para la semana 15 ya se había cancelado el 35% de los viajes previstos. La situación seguirá agravándose: para la semana 16, se espera que el 42% de los viajes sean suspendidos.
Efectos colaterales para la economía mundial
El incremento de las salidas en blanco no es un simple ajuste operativo de las navieras. A nivel macroeconómico, implica demoras en la entrega de mercancías, aumentos en los costos logísticos y una mayor incertidumbre para importadores y exportadores. Sectores clave como la electrónica, el textil, el automotriz y el de bienes de consumo dependen directamente de estas rutas marítimas para abastecerse y cumplir con sus cadenas de producción y distribución.
Además, la cancelación de viajes altera la oferta de contenedores disponibles, generando desbalances regionales que pueden derivar en escasez de capacidad en algunas zonas y exceso en otras. Este desequilibrio, a su vez, tiende a elevar las tarifas de transporte, afectando los precios finales de los productos.
La velocidad y el tamaño de las cancelaciones sorprendieron incluso a los propios operadores. Murphy señala que "este nivel de escalada en la capacidad suspendida ilustra un cambio drástico en el mercado", comparándolo con los movimientos que suelen observarse únicamente tras eventos muy específicos como el Año Nuevo Chino.
Una diferencia preocupante en el escenario actual es que muchas de estas cancelaciones se han anunciado con muy poca antelación, dejando a los exportadores y a las empresas sin tiempo para reorganizar sus cadenas de suministro. Esta imprevisibilidad introduce un nuevo nivel de volatilidad que pone en jaque tanto a grandes compañías como a pequeñas y medianas empresas, muchas de las cuales ya operaban con márgenes reducidos.
A pesar de algunos esfuerzos diplomáticos para aliviar las tensiones comerciales, el mercado de transporte marítimo no ve, por ahora, señales claras de recuperación. Mientras persista la guerra de aranceles, es probable que las salidas en blanco sigan siendo una estrategia habitual de las navieras para ajustar la oferta a una demanda deprimida.
El transporte marítimo internacional, considerado durante décadas un engranaje invisible pero estable de la globalización, se encuentra ahora en una etapa crítica de adaptación. La tormenta arancelaria amenaza con redibujar las rutas comerciales, transformar las estrategias logísticas y dejar cicatrices profundas en la economía mundial.
El océano, antaño símbolo de conexión y prosperidad, hoy refleja las turbulentas aguas de una economía global atrapada en la incertidumbre.
Fuente: Redacción +P con aportes de Portal Portuario.
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