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Cómo la crisis del Spiridon II expone el déficit de carne y leche en Turquía

El rechazo del buque cargado con vacas uruguayas dejó al descubierto la profunda dependencia turca de las importaciones ganaderas.

La reciente crisis del buque Spiridon II, que transportaba casi 3.000 vacas desde Uruguay hacia Turquía y terminó retenido y obligado a regresar después de más de tres semanas en el mar, volvió a poner en primer plano una verdad incómoda: Turquía depende estructuralmente de las importaciones de ganado en pie para mantener su mercado interno de carne y leche. Detrás del episodio —marcado por “discrepancias en la documentación”, animales sin identificación y al menos varias decenas de muertes durante la travesía— hay un problema mucho más profundo que trasciende lo logístico. Se trata de un sector ganadero nacional en declive, incapaz de sostener sus propios stocks y forzado a recurrir al mercado internacional para llenar una brecha productiva que se agranda año tras año.

Un sector ganadero en declive

Según el informe anual de la secretaría de Agricultura de Estados Unidos (USDA), el inventario de ganado vacuno de Turquía caerá un 4% hacia 2026, alcanzando los 14,3 millones de cabezas. La caída no es nueva: ya en 2025 se había proyectado otro descenso, resultado de bajas tasas de natalidad frente a sacrificios elevados, producción ineficiente de vacas lecheras y animales sacrificados por brotes de Fiebre Aftosa (FMD). El país, que fue el segundo mayor importador mundial de animales vivos en 2024, necesita importar ganado porque no puede producir lo suficiente para satisfacer su propio consumo interno.

El declive responde, sobre todo, a un problema de rentabilidad. Los productores enfrentan costos crecientes en alimento, agua, fertilizantes, electricidad, mano de obra y combustible. El alimento concentrado —que representa entre el 65% y el 75% del gasto total— se ha vuelto especialmente oneroso en un país que depende en un 60% de importaciones de materia prima para piensos. La situación golpea con fuerza a los pequeños productores, muchos de los cuales han optado por liquidar sus rodeos.

El precio de la leche agrava aún más el panorama. Aunque el Consejo Nacional de la Leche elevó el precio de referencia en 2025 a 18.35 liras (0.43 dólares) por litro, los productores aseguran que producir un litro cuesta 20.50 liras (0.48 dólares), lo que ha acelerado el sacrificio de vacas lecheras. La caída del stock no solo afecta la producción actual, sino que compromete la capacidad futura del país para generar carne y leche.

A estos problemas se suma una ineficiente gestión ganadera. Turquía pierde entre 400.000 y 500.000 terneros por año debido a malas prácticas, además de sufrir una mortalidad posparto del 10 al 15%. Paradójicamente, a pesar de estas pérdidas, el gobierno mantiene restricciones a la importación de ganado de cría lechero.

Importaciones como salvavidas y un mercado bajo control estatal

En este contexto de debilidad interna, las importaciones de ganado —especialmente desde Brasil y Uruguay— se han convertido en el salvavidas del sistema. Para 2026 se estima que Turquía importará unas 450.000 cabezas, un volumen similar al de 2025, con el fin de compensar la caída del inventario y sostener el mercado.

ganadería barco
La odisea del barco y las muertes a bordo encendieron las alarmas sobre el futuro de la carne y la leche en el país.

La odisea del barco y las muertes a bordo encendieron las alarmas sobre el futuro de la carne y la leche en el país.

Sin embargo, el control del gobierno sobre estas operaciones es cada vez mayor. Desde enero de 2024, el sector privado tiene prohibido importar ganado de engorde, con la Junta Turca de Leche y Carne (ESK) como único comprador autorizado. El Estado asegura que esta centralización le permite negociar mejores precios, aunque los productores denuncian que la ESK revende los animales a valores elevados.

La dependencia de las importaciones también ha expuesto vulnerabilidades en cuanto a calidad y trazabilidad. El caso del Spiridon II lo evidenció con crudeza: documentación inconsistente, animales sin identificación (crotales) y discrepancias sanitarias derivaron en que Turquía bloqueara la entrada del barco y este regresara a Uruguay tras 24 días en el mar, con docenas de animales muertos a bordo. El incidente tensó aún más la relación entre importadores turcos y proveedores uruguayos, que ya enfrentaban dudas sobre la calidad del ganado exportado.

Brecha estructural entre producción y consumo

Más allá de los episodios puntuales, la situación responde a un desbalance estructural. Turquía produce cerca de 1,8 millones de toneladas de carne de res al año, pero consume alrededor de 2 millones. La brecha de 200.000 toneladas obliga al país a comprar ganado en pie y carne en el exterior. De hecho, para 2026 se proyecta un aumento del 7,6% en las importaciones de carne, alcanzando 70.000 toneladas.

La producción de carne sigue creciendo levemente, pero lo hace por una razón preocupante: la liquidación continua de los stocks. Es decir, Turquía produce más porque está matando más animales, no porque esté produciendo mejor.

ganadería barco varado
El rechazo del buque cargado con vacas uruguayas dejó al descubierto la profunda dependencia turca de las importaciones ganaderas.

El rechazo del buque cargado con vacas uruguayas dejó al descubierto la profunda dependencia turca de las importaciones ganaderas.

La metáfora es clara: el sector ganadero turco es un barril que pierde agua más rápido de lo que se puede rellenar. Las importaciones —como el cargamento frustrado del Spiridon II— son, por ahora, el camión cisterna que evita que el sistema colapse. Pero sin corregir los problemas internos —falta de rentabilidad, altos costos de alimentación, manejo deficiente y restricciones contradictorias—, Turquía continuará necesitando barcos llenos de vacas uruguayas y brasileñas para sostener su mercado de carne y leche.

Y cada crisis marítima, sanitaria o burocrática, como la vista en el Spiridon II, seguirá mostrando cuán profundo es el problema que intenta ocultar.

Fuente: Redacción +P con aportes del USDA.

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