La historia del javaporco: el animal que se multiplicó sin control y ya aterroriza al campo brasileño
El híbrido entre jabalí europeo y cerdo doméstico ya invade cinco estados de Brasil, arrasa cultivos y la biodiversidad. Una preocupante historia.
En una finca del interior de Paraná, João Batista pasa las noches en vela. Armado con linterna y un par de perros mestizos, vigila su campo de maíz como si fuera un tesoro sitiado. “Ellos vienen en la madrugada, en silencio. Cuando uno se da cuenta, ya es tarde: arrancan todo de raíz, y lo que no se comen lo dejan destruido”, relata con resignación. “Una sola noche de invasión de jabalíes puede arruinar meses de trabajo”.
Lo que vive João no es un caso aislado. El jabalí europeo, introducido en Brasil en la década de 1980 para criaderos de carne exótica, ha dejado de ser una curiosidad para convertirse en una amenaza nacional. Tras cruzarse con cerdos domésticos en libertad, dio origen al javaporco, un híbrido más fuerte, fértil y difícil de controlar, que hoy ocupa vastas áreas en al menos cinco estados: Rio Grande do Sul, Santa Catarina, Paraná, Mato Grosso do Sul y Minas Gerais. Los expertos advierten: el fenómeno podría convertirse en el mayor desafío ambiental de Brasil en décadas.
El negocio que impulsó la llegada del jabalí europeo no prosperó. La demanda por su carne resultó limitada y muchos criaderos quebraron. Algunos animales escaparon; otros, según investigaciones del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA), fueron liberados por productores que ya no podían sostenerlos.
Lo que siguió fue una adaptación sorprendente. El cruce con cerdos domésticos generó un animal más agresivo y con una capacidad reproductiva alarmante: una hembra puede parir dos veces al año, con entre seis y doce crías por camada. Así, la población puede duplicarse en menos de doce meses, un crecimiento exponencial que explica la rápida expansión.
“Estamos ante una especie que reúne lo peor de dos mundos: la resistencia del jabalí europeo y la fertilidad del cerdo doméstico”, resume la bióloga Carolina Mendonça, especialista en fauna invasora de la Universidad Federal de Minas Gerais.
Cultivos arrasados y pérdidas millonarias
Los daños económicos ya son palpables. Según estimaciones de asociaciones rurales, los javaporcos provocan más de 10 millones de dólares en pérdidas agrícolas anuales, afectando cultivos clave como soja, maíz, mandioca y pasturas para el ganado.
En Mato Grosso do Sul, el productor Ari Valente muestra con impotencia lo que quedó de su chacra: “El maíz estaba listo para cosechar. En dos noches, lo perdí todo. Parecía que había pasado una máquina arrasando”.
El problema no termina ahí. Hay registros de ataques a terneros y corderos, además de la destrucción de manantiales y cercas. Al competir por alimento, los javaporcos desplazan a especies nativas, alterando el equilibrio ecológico en bosques, cerrados y pastizales.
El avance del jabalí también es visto con preocupación por las autoridades sanitarias. Estos animales son vectores de enfermedades como la peste porcina clásica y la fiebre aftosa, cuya reintroducción tendría consecuencias devastadoras para la industria cárnica brasileña, líder mundial en exportación. “Una epidemia de fiebre aftosa provocada por jabalíes podría costar miles de millones en pérdidas comerciales”, alerta Luiz Fernando Castro, veterinario del Ministerio de Agricultura. Los riesgos también alcanzan a la población rural: parásitos, garrapatas y eventuales ataques a perros y ganado forman parte de un cóctel que preocupa cada vez más.
Caza controlada: ¿solución o problema?
En 2013, el IBAMA autorizó la caza controlada de jabalíes como estrategia de contención. Desde entonces, grupos de cazadores registrados recorren campos con armas y perros especializados.
Pero los resultados no son alentadores. Estudios sugieren que, lejos de detener el avance, la caza dispersa las manadas y facilita que los animales colonicen nuevas áreas. “Se está combatiendo el fuego con fuego. Sin coordinación, la caza no es suficiente y puede ser contraproducente”, sostiene Mendonça.
Los ambientalistas reclaman un plan nacional que combine monitoreo científico, control poblacional planificado y campañas de educación. Los productores, en cambio, piden mayor flexibilidad para actuar: “No podemos esperar permisos burocráticos mientras los animales devoran nuestros cultivos”, protesta Ari Valente.
Las imágenes captadas por cámaras trampa son reveladoras: grupos de javaporcos desplazándose no solo en áreas rurales, sino también en las afueras de pueblos y ciudades. Lo que antes era un problema de campos aislados hoy roza los bordes urbanos.
La comparación con Estados Unidos y México, donde las poblaciones de jabalíes causan miles de millones de dólares en pérdidas anuales, preocupa a las autoridades. Brasil parece recorrer el mismo camino. En Rio Grande do Sul, donde se detectaron los primeros grandes grupos en los años 2000, los productores ya hablan de una “guerra perdida”. “Cada camada que nace multiplica el problema. Es una carrera que siempre corremos de atrás”, admite un técnico de la Secretaría de Agricultura del estado.
El mayor desafío ambiental de Brasil
Frente a este escenario, la pregunta no es si el jabalí es un problema, sino qué hacer con él. El dilema es complejo: ampliar las autorizaciones de caza con riesgo de generar desequilibrios aún mayores, o apostar por un programa de control integral que demande tiempo, recursos y coordinación entre gobiernos, científicos y productores.
Por ahora, la realidad avanza más rápido que las políticas. Y cada noche de vigilia, como la de João Batista en Paraná, recuerda que el javaporco dejó de ser un visitante incómodo para transformarse en un enemigo instalado.
“Lo peor no es lo que destruyen hoy, sino lo que nos espera mañana si no se hace nada”, dice João, antes de mirar hacia la plantación con el ruido de la selva como telón de fondo. “El problema ya está aquí. Y cada día que pasa, crece”.
Fuente: IBAMA con aportes de la Redacción +P.
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