Atraso cambiario

Radiografía del atraso cambiario en Argentina: cuándo empezó y hacia dónde va

Con el peso revalorizado y los precios internos en alza, Argentina enfrenta un atraso cambiario que afecta la competitividad y encarece el consumo en dólares.

“Argentina está cara en dólares”. Esta afirmación, repetida en informes económicos, análisis sectoriales y conversaciones de café, sintetiza una realidad que se extiende con fuerza desde comienzos de 2024: el país, medido en moneda dura, muestra un atraso cambiario que afecta la competitividad externa y presenta precios internos que superan ampliamente a los de otras economías de la región. Desde un almuerzo o un café hasta la compra de un vehículo o una prenda de vestir, muchos de los bienes y servicios en Argentina hoy cuestan más —en dólares— que en países como Brasil, Chile, México o incluso Estados Unidos.

Este fenómeno no es nuevo, pero se ha acentuado en el último año. De acuerdo con un reciente informe de la Fundación Mediterránea, presentado semanas atrás en Neuquén, el peso argentino se apreció sensiblemente en términos reales entre diciembre de 2023 y mayo de 2025. Esa revalorización, sin embargo, no se tradujo en una mejora del poder adquisitivo interno. Por el contrario, los salarios en pesos siguieron por debajo de los incrementos del nivel general de precios, reflejando una caída del ingreso real en la mayoría de los sectores.

El índice clave: ITCRM

Uno de los indicadores más utilizados para evaluar si existe atraso cambiario es el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM), calculado por el Banco Central. Este índice mide la relación entre los precios internos y los de los principales socios comerciales de la Argentina (doce en total), ponderados según la participación de cada país en el comercio de manufacturas. A mayor valor del ITCRM, mayor competitividad; a menor valor, mayor atraso.

Argentina barata multilateral

A junio de 2025, el ITCRM se ubicaba un 23% por debajo del promedio de los últimos 25 años. Si bien eso lo sitúa todavía por encima de mínimos históricos —como el registrado durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner en 2015 o la convertibilidad en 2001—, representa una señal clara de pérdida de competitividad externa. El nivel actual del ITCRM es apenas 8% superior al piso que se alcanzó durante el gobierno de Mauricio Macri en abril de 2017, una etapa también marcada por fuerte atraso cambiario. Julio mostró el dólar una apreciación del 14% en el mercado local, por lo que esta brecha sería hoy claramente menor.

Apreciación cambiaria sin beneficios sociales

Desde abril hasta julio de este año, el dólar estadounidense se depreció un 7,6% frente al euro en términos nominales. Pero en el caso de Argentina, el tipo de cambio bilateral frente al dólar se encuentra hoy un 12% por debajo del promedio de los últimos 25 años. Esto significa que, en comparación con su propia historia reciente, el país tiene hoy un tipo de cambio bajo, lo cual encarece artificialmente los costos locales medidos en dólares.

Un problema adicional es que esta apreciación cambiaria no se ha traducido en una recuperación real del salario. Según datos de la Fundación Mediterránea, el salario industrial medido en dólares constantes alcanzó en mayo los 1.665 dólares, por encima de los 1.044 dólares de enero de 2024, pero todavía muy lejos de los 2.540 dólares registrados en noviembre de 2015. En comparación, el salario industrial en Brasil se ubica cerca de los 800 dólares, lo que representa apenas el 45% del valor argentino.

Argentina barata salarios

Esto implica que producir en Argentina es hoy más caro en términos laborales, sin que eso se refleje necesariamente en mayor productividad o poder de compra para los trabajadores.

Precios comparados: autos, ropa y electrónicos más caros

Una de las pruebas más evidentes del atraso cambiario está en la comparación de precios internacionales. En mayo de 2025, el 92% de los bienes durables relevados en distintos países —autos, motos, bicicletas, electrodomésticos, indumentaria y calzado— eran más caros en Argentina. Incluso productos fabricados en el país muestran precios superiores a los del mismo bien en países vecinos o en mercados desarrollados.

Argentina barata productos

Este sobreprecio se explica por diversos factores: altos impuestos, protección arancelaria, costos logísticos, regulaciones restrictivas y escasa competencia interna. El resultado es que los consumidores argentinos pagan más por productos equivalentes, mientras que las empresas exportadoras pierden margen de maniobra frente a sus competidores internacionales.

El atraso cambiario no sólo impacta en el consumo y en la percepción del “costo de vida” en dólares. También constituye un freno a las exportaciones, ya que reduce la rentabilidad de los productos argentinos en los mercados internacionales. Las economías regionales, que dependen de un tipo de cambio competitivo para colocar su producción en el exterior, son unas de las principales perjudicadas.

Asimismo, la sobrevaloración del peso genera incertidumbre para los inversores. En un contexto donde los precios internos están elevados, pero las tarifas y el dólar oficial están congelados o administrados, se amplía la brecha entre precios relativos, y se torna difícil prever la evolución futura de la economía.

¿Qué puede pasar en los próximos meses?

Aunque el mercado ya impulsó un leve corrección del tipo de cambio real durante julio, en el segundo semestre del año el consenso es que el atraso continuará si no se produce una devaluación nominal significativa o si la inflación no baja más rápido que en los países con los que Argentina comercia.

La alternativa, una política cambiaria más flexible y una estructura impositiva menos distorsiva, parece lejana en el corto plazo. Mientras tanto, Argentina sigue siendo cara en dólares, poco competitiva hacia afuera y costosa hacia adentro, atrapada en una inercia que afecta tanto a los consumidores como a los sectores productivos.

El dilema del atraso cambiario —y sus consecuencias distributivas— será uno de los principales desafíos macroeconómicos en los próximos meses, en un país que necesita crecer, exportar más y generar empleo formal para estabilizar su economía de manera sostenible.

Fuente: Redacción +P en base a informes de Fundación Mediterránea.

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