Patagonia

Colonia Suiza: Un viaje a las raíces europeas y sabores ancestrales de la Patagonia

En la región del Nahuel Huapi, a 25 kilómetros de Bariloche, se encuentra este pequeño y encantador poblado que fue unos de los primeros asentamientos agrícolas de la zona.

Para llegar a Colonia Suiza desde San Carlos de Bariloche, se debe transitar por la Avenida Bustillo, Ruta Provincial 77, bordeando el lago Nahuel Huapi hacia el Oeste. El camino asfaltado, que se abre entre lagos, bosques y casas de montaña, muestra una de las rutas más escénicas y encantadoras de la Patagonia que incluye el Circuito Chico.

Una vez que se llega al kilómetro 18, se debe tomar el desvío hacia la izquierda, que en parte es un camino de ripio, pero que se encuentra en condiciones aceptables. Pasados los 7 kilómetros por esa ruta se llega a Colonia Suiza, que tiene su cita preferida los miércoles y sábados, días en los que se instala la feria de productos y artesanías y se cocina el famoso curanto.

Al entrar al poblado, la sensación de estar en una aldea de montaña tradicional europea es inmediata. Las casas pintorescas de madera y piedra, convertidas en locales gastronómicos o de regalos, adornan el paisaje. Sin embargo, gran parte de sus instalaciones están dedicadas al turismo, a quienes se les ofrecen productos artesanales, comidas típicas y esparcimiento en general.

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En la colonia se produce y se muestra al turismo.

En la colonia se produce y se muestra al turismo.

La familia Goye y su agricultura de montaña

Al recorrer la Colonia Suiza, el apellido Goye surge por doquier. Esta familia está considerada una de las pioneras fundamentales en los inicios del lugar y su desarrollo. La llegada de inmigrantes europeos, como suizos y franceses, surgió a fines del Siglo XIX y trajo de la mano varios asentamientos agrícolas en la región del Nahuel Huapi, en la actual provincia de Río Negro.

Estos colonos enfrentaron los desafíos de la región andina, como el clima, las alturas y la rusticidad del entorno, pero pudieron cultivar la tierra y comenzar una nueva vida en los territorios nacionales.

La familia Goye, pioneros de Colonia Suiza.jpeg

Jean (Juan) Goye, nació en Bagnes y emigró primero a Chile, como muchos suizos que escaparon de la pobreza rural europea. Cerca del año 1902, cruzó la cordillera con su esposa Marie Favel y sus hijos pequeños y se instalaron en lo que hoy conocemos como Colonia Suiza.

Una vez establecidos se dedicaron a la agricultura, la ganadería y la apicultura, ayudaron a forjar caminos y puentes, e incluso un pequeño molino para procesar granos. La casa de los Goye fue una de las primeras construcciones de piedra y madera de la zona, y esta familia se considera central en el desarrollo del lugar por su rol productivo y social.

En cuanto a su actividad agrícola, se sabe que cultivaron papas, cebollas, repollos y zanahorias, aunque también introdujeron cultivos de cereales como trigo, avena y centeno, que servían tanto para consumo humano como para alimentar animales.

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Víctor Goye, de 80 años, desde hace 20 que prepara curanto en Colonia Suiza.

Víctor Goye, de 80 años, desde hace 20 que prepara curanto en Colonia Suiza.

Además, las legumbres y algunas plantas medicinales eran comunes en las huertas familiares, como así también algunos experimentaron con frutales, sobre todo manzanos y ciruelos, que requerían más cuidados por las heladas. A eso se sumaban otras actividades complementarias como la crianza de gallinas, ovejas, vacas lecheras, cerdos y abejas.

Todos estos productos se utilizaban principalmente para consumo familiar y con ellos elaboraban productos como quesos, embutidos, pan, mermeladas y conservas, muchos de los cuales hoy forman parte de la identidad gastronómica de la Colonia. Con el tiempo, los sobrantes se comenzaron a vender e intercambiar por otros productos.

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Las bebidas espirituosas son otro encanto de Colonia Suiza.

Las bebidas espirituosas son otro encanto de Colonia Suiza.

Curanto y vino caliente

Actualmente, Colonia Suiza está muy enfocada en el turismo que se ve atraído por los platos típicos como el curanto, una comida tradicional de los colonos de la isla de Chiloé en Chile. En Argentina el curanto se prepara con distintos tipos de carnes y verduras, en un pozo en la tierra a la que se le agregan ramas y telas para lograr ese típico efecto ahumado.

Es interesante ver al mismísimo Víctor Goye y sus ayudantes cocinar el curanto cada miércoles y sábado, en al patio de su restaurante, mientras se convida vino caliente y un payador regala algunas rimas.

El vino caliente especiado o Glühwein viene de la herencia suizo-alemana y es típico de los países alpinos, por lo que se suele consumir en invierno, durante ferias, festivales o reuniones familiares. Tradicionalmente, se hace con vino tinto, canela, clavo de olor, cáscara de naranja y azúcar.

Algunos productores le agregan toques locales como miel de la zona o hierbas andinas suaves. Se sirve caliente y su sabor es dulce. Hoy se convirtió en un símbolo gastronómico invernal, muy valorado, que suele acompañarse con repostería centroeuropea: strudel, tortas de manzana o frutos rojos, también típicas de la colonia.

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El vino caliente es bienvenido en los días fríos.

El vino caliente es bienvenido en los días fríos.

Vino de frambuesa: identidad frutal artesanal

El cultivo de frambuesas, moras y otras frutas finas fue incorporado por los colonos, ya que el clima fresco y húmedo de montaña favorece su crecimiento. Son frutas resistentes, de ciclo corto y que pueden transformarse fácilmente en productos de valor agregado: mermeladas, licores, dulces y vinos.

Particularmente el vino de frambuesa se produce de manera artesanal, con fermentación de la fruta fresca, sin necesidad de mezclarla con uva. Tiene un sabor dulce, intenso y con un leve grado alcohólico. Su color rojo profundo lo hace muy atractivo visualmente. Algunas familias mantienen recetas heredadas para lograr un equilibrio entre acidez, dulzura y cuerpo

El vino se comercializa en ferias locales, en botellas pequeñas, como un souvenir gourmet típico del lugar. También puede encontrarse en algunos restaurantes y casas de té de la zona, junto con otros productos como mermeladas caseras o dulces en conserva.

Colonia Suiza mantiene una identidad productiva basada en lo artesanal, la tradición y el aprovechamiento del entorno natural. Aunque el turismo se convirtió en el motor económico más visible, la producción local de alimentos, bebidas y artesanías sigue siendo un eje vital que permite transmitir y conservar la herencia de los primeros pobladores.

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