El secreto mejor guardado de la Patagonia: un viaje al pasado del Alto Valle
La ONG Cabus Trenes administra el Museo Ferroviario de Cipolletti, donde los elementos de la historia se resguardan como oro. El museo abarca desde la llegada del tren a la Patagonia hasta su relación con el desarrollo productivo en la zona.
La entrada al Museo Ferroviario se encuentra sobre la plazoleta de la calle Fernández Oro, en la estación Cipolletti de lo que hoy es el Tren del Valle . El edificio, que alguna vez fue vivienda de autoridades del Ferrocarril del Sud, conserva gran parte de su estructura original, con sus puertas y ventanas de madera con postigos.
Durante muchos años el lugar estuvo abandonado, hasta que cuatro fanáticos de la historia y los trenes, el profesor de historia Miguel González, el Ingeniero Quique Díaz Colodrero, Ricardo D´ Alberto y Enzo Martinetto, este último ya fallecido, se pusieron manos a la obra. Todos ellos, parte de la ONG Cabus Trenes, lograron un convenio con el municipio de Cipolletti para restaurar el edificio en el año 2012 y así poder instalar un museo.
El trabajo de puesta a punto les llevó cerca de tres años, por lo cual el espacio abrió al público durante el 2015. Desde ese entonces, la ONG trabaja en el acondicionamiento de las salas mediante gráficas que muestran la historia de la llegada del tren al Alto Valle, además de elementos como muebles, herramientas, objetos y fotografías antiguas.
La cuarta sala
Hay tres salas de exhibición y una más. Es una cuarta sala que alberga un increíble diorama, elaborado al detalle con elementos que representan el paisaje y la diversidad productiva y energética del Alto Valle.
Desde el panel del control se prenden las luces, se manejan los movimientos de las distintas estaciones y se hace funcionar el tren que recorre toda la maqueta, un espectáculo digno de admirar.
La llegada del tren y las obras de riego
Una vez que se entra al museo, hacia la izquierda, se ingresa a una de las salas que relata la historia de las obras de riego y los inicios de la producción agrícola en el Alto Valle. Esto comienza luego de la llegada del tren a los territorios nacionales de la Patagonia en 1899, a cargo de la empresa Ferrocarriles del Sud.
Según explica el profesor en historia Miguel González, la idea era “aprovechar el caudal de agua para poner en producción estas tierras. El ferrocarril no tenía mucha intención de llegar a la zona, porque estaba totalmente desolada, aunque había presencia militar con fortines militares”, explicó el especialista, sobre la concesión que recibió Ferrocarriles del Sud de las tierras que rodean las vías férreas por parte del Estado Nacional.
Otro de los motivos del inicio de las obras de riego fue contener las crecidas del río Neuquén. En este punto, González destaca la figura del ingeniero César Cipolletti “quien viaja desde Italia a la Argentina para hacerse cargo de la obra, pero se muere en el barco”, por este motivo finalmente el que lleva adelante la obra del Dique Ballester es el ingeniero Severini.
“Es interesante destacar que el ingeniero Cipolletti era una celebridad en Italia. Diseñó los sistemas de riego tan famosos en Mendoza. Y cuando ya se iba a ir, lo contrataron para hacer el relevamiento acá”, explicó el historiador del Museo Ferroviario.
El ingeniero Cipolletti llevó todo su proyecto a Buenos Aires “pensando que con eso iba a tener una cierta continuidad y no había plata en ese momento. Es decir, él llegó a venir acá, pero estuvo tres meses para hacer el trabajo que implicó un estudio de las Cuenca del Colorado, del Neuquén, del Limay y del Río Negro, incluso hizo los preliminares del Chocón… gracias a eso diseñó y determinó que había que frenar al Neuquén”, relata González.
Los comienzos de la producción en el Alto Valle
El otro impacto que favoreció el sistema de riego, se relaciona con las primeras experiencias agrícolas. Según el historiador, en la zona hay dos ciclos muy importantes “desde 1900 a 1928, el ciclo de la alfalfa y de las uvas como principales productos, llegamos a ser segundo productor y exportador de alfalfa del mundo”, asegura Miguel.
En las fotografías exhibidas en blanco y negro se puede apreciar, cómo se empiezan a nivelar los campos para la producción de alfalfa y algunas experiencias con las vides. Paralelamente, el Ferrocarril del Sud crea la chacra experimental en Cinco Saltos en 1918, con el objetivo de ver cuáles son los cultivos que mejor se adaptan al sistema.
“El trabajo de la chacra experimental fue educar a los productores, por un lado, y, por otro, tener elementos que le permitiesen a la empresa Ferrocarriles del Sur decidir hacia dónde iba a orientar la producción del Alto Valle”, agrega el historiador.
En 1928 se crea la AFD, Argentine Fruit Distributors, una subsidiaria del Ferrocarril del Sud de capitales ingleses, que otorga créditos a los primeros frutícolas. “Nosotros tenemos un libro acá que es precioso, es un libro contable, donde se lee de grandes frutícolas que hoy los conocemos, donde la FD les prestaba”, nos cuenta Miguel sobre el gran libro de tapa dura que está en exhibición en el museo.
Entonces, en esa sala la idea es graficar y responder a la pregunta, ¿por qué hay en el museo ferroviario una sala sobre el sistema de riego? “Bueno, porque en realidad la obra del riego fue promovida por el Ferrocarril del Sud, con base en intereses económicos y productivos. Y fíjate como transforma todo, ¿no?”, finaliza el profesor Miguel González.
Estos relatos, además de todas las fotografías, parte de su extenso archivo histórico, forman parte del recorrido del Museo Ferroviario de Cipolletti. El espacio se encuentra abierto al público los días viernes de 16 a 19 horas y los sábados de 10 a 13, atendido por sus propios gestores. La entrada consiste en un bono no excluyente de $500, que se utiliza para mantener lo básico.
El Museo Ferroviario de Cipolletti es mucho más que un espacio de memoria: es una expresión viva del compromiso ciudadano con la historia y la identidad local. Gracias al trabajo sostenido de la ONG Cabus Trenes, el pasado se resignifica y nos permite comprender cómo los rieles del ferrocarril, no sólo unieron territorios, sino que también impulsaron el desarrollo y forjaron el carácter de toda una región.
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