Don Carrillo, el jubilado que dedicó su vida a la forestación de Neuquén
En diciembre del 2024 la Corporación Forestal Neuquina (Corfone) cumplió 50 años de existencia. En esta nota repasamos su historia y recordamos anécdotas junto a Don Carrillo, quien trabajó gran parte de su vida en la empresa.
Corfone, que nació como una empresa para el desarrollo forestal y económico de la provincia de Neuquén, se fundó el 1 de diciembre de 1974, esa es la fecha que figura en su acta constitutiva. La corporación, que se creó como una Sociedad Anónima de mayoría estatal, tuvo como su primer presidente a Alfonso Creide y a Carlos A. Vidal como vice, dos apellidos ligados a la historia política y productiva de la provincia.
El actual presidente de Corfone, Jorge Lara, en una reciente entrevista para LU5 en ocasión del 50 aniversario de la corporación, recordó que, en 1975 se comenzaron a forestar algunas montañas peladas, y que fue el Estado provincial el que puso las tierras, mientras que el capital privado hizo las inversiones.
Desde la localidad de Junín de los Andes, nos comunicamos por videollamada, con ayuda de sus excompañeros con mayores habilidades tecnológica, con Segundo Roberto Carrillo, uno de los empleados de más trayectoria en la empresa, hoy jubilado. Con la paciencia y la pasión de quien dedicó gran parte de su vida a este proyecto, Don Carrillo nos cuenta que Corfone comenzó a gestarse en 1974, durante el gobierno de Felipe Sapag. En ese entonces él tenía 26 años, recuerda con nostalgia.
Carrillo venía de trabajar en Parque Nacionales durante 18 años, luego lo quisieron trasladar a San Martín de los Andes, pero no quiso, porque sus amistades no vivían ahí, él se había criado en una zona de campo y bregaba por un estilo de vida tranquilo. Así fue que un superior le propuso irse durante un tiempo a la Isla Victoria en Bariloche, al Instituto Forestal del SENASA.
A Segundo le encantó vivir en la Isla Victoria, pero le pidieron que entre a Corfone porque lo necesitaban, ya que él tenía experiencia en el rubro de la forestación y mantenimiento relacionados con este tipo de producción.
“Siempre me gustó la parte forestal”, reconoce Don Carrillo, quien admite que actualmente la Corporación “tiene un peso enorme, trabaja mucha gente”.
“Antes no había casas, había que armar un pabellón para que duerma el personal, teníamos que parchar la ropa, porque no había plata para comprar, hubo que esperar 30 años para que de sus frutos, eso yo lo tenía claro”, dijo. Muchos de sus allegados “se iban por el ternero, que a los seis meses ya tenías plata”, recuerda.
Antecedentes históricos de la actividad forestal
Don Carrillo como gran conocedor de esas áreas, recuerda el sitio donde estaba su escuela en Chachín, cerca de Pucara; luego, a sus 20 años se fue a vivir a Quila Quina hasta sus 36 y, más tarde, se radicó definitivamente en Junín de los Andes.
Su lugar de origen es el Paraje Ruca Lil, sobre la cuenca del lago Lacar, “en ese lugar había un aserradero que era de un italiano”, rememoró, una actividad que tuvo varios antecedentes antes de Corfone. Asimismo, durante la Segunda Guerra Mundial, hubo un ingeniero ruso que fue uno de los que impulsó la plantación de pinos.
En la década de 1930 en esta región ya se exportaba la madera nativa: “Hicieron mucho daño con el bosque, en llevar la mejor madera y eran italianos y turcos, ambiciosos por el dinero. Cortaban el primer y segundo rosillo, el resto quedaba tirado en el campo” se lamentó el jubilado que dedicó 45 años de servicio a la actividad.
“A pala, pico y hacha”
Las primeras forestaciones de Corfone en su región, fueron en el Lolog y San Martín de los Andes, en el año 1976. Los pinos salieron de Pucara, “creado turísticamente en el año 48, durante el gobierno de Perón” añade Carrillo como una bandera infaltable. Este sitio queda en la margen de lago Lacar cerca de la frontera con Chile, a unos 52 km de San Martín de los Andes.
Primero trasladaban el compost que utilizaban y las plantas hacia al muelle. Ya en los inicios de la década de 1960, salían desde Hua Hum, porque ahí está Pucara y, desde allí, llegaban al muelle de San Martín de los Andes. En esos años la madera se usaba mucho para las construcciones de la creciente localidad cordillerana, que en esa época aún tenía poquitas casas. “En el año 54, cuando murió Evita, todavía se sacaba la basura con el caballo”, recuerda Don Carrillo con sus imágenes que vienen y van en el tiempo, asociadas a la vida política del país.
La memoria de Carrillo es impecable, recuerda que en la primera plantación en la zona realizada por Corfone utilizaron ¡381.475 pinos! “Se usaba el pino Ponderosa, pinzo Azul, Alerces, todos se probaba, hacíamos entre 10 y 20 plantas por año. Con Corfone llegamos a hacer 3 millones de plantas” aseguró y detalló que su trabajo era mantener el canal, los cercos y realizar mantenimiento en general, todo “a pala, pico y hacha”, como se hacía antaño.
Hoy, con 50 años de existencia Carrillo asegura que es una empresa que “se necesita que se administre bien” e insiste que “hay que tener cuidado con el fuego, es una pena esperar 30 años para que se queme todo en un día” finalizó, uno de los trabajadores que más años dio a este proyecto.
Actualmente, Corfone cuenta con tres aserraderos. Los festejos del aniversario se hicieron en el de Abra Ancha, cerca de Aluminé, zona donde hay 1.500 hectáreas forestadas. La Corporación en sí, posee 15 mil hectáreas plantadas, sobre 30 mil que tiene en campos.
Las nuevas generaciones en Corfone se enfrentan a desafíos como la creciente invasión de la avispa Syrex en los bosques, el cambio climático y las fuertes alarmas de fuego en la zona. Un capital enorme que merecen ser cuidado: entre sus grandes beneficios, estos árboles tienen la noble capacidad de mitigar la contaminación y las emisiones de carbono en la atmósfera.
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