Gobierno

Cambió el Gobierno, y cambió el negocio

El Gobierno hizo un giro importante sobre la economía, y con el, el negocio del campo también mutó. Acomodarse a esta nueva realidad, un desafío.

Después de cumplido un año del nuevo gobierno, que implicó un abrupto cambio de las condiciones económico-financieras en el país, la sacudida de fines de diciembre causada por la cesación de pagos (exagerada, para algunos) de un pequeño grupo de empresas agropecuarias, le pegó a toda la cadena del sector agroindustrial que quedó un tanto “frágil” aunque, en general, sigue estando “muy sana”, como señalan los conocedores. Experimentados en los avatares de la inestabilidad económica, los empresarios (y los del campo lo son) se fueron convirtiendo en avezados “pilotos de tormenta” para capear este tipo de vaivenes. De ahí también las dudas que generó que un grupo como Los Grobo, con la nivel de información que manejan, entrara en cesación de pagos por “solo” U$S 100.000 como ocurrió en diciembre, lo que puso en alerta especialmente a los bancos, financieras, seguros, laboratorios, y a todo aquel que tuviera créditos pendientes, de cualquier tipo, con una empresa del sector.

Parece que el temor es saludable en estos casos…Y, si bien el tema se circunscribió finalmente solo a este grupo, a su subsidiaria Agrofina, y a Surcos, el daño ya estaba hecho, y no alcanzó con la “tardía” ingeniería financiera que intentaron, ni con los pagos parciales que fueron escalonando ya que, previsiblemente, los acreedores (muchos productores) intentaron, e intentan, recuperar sus mercadería antes que llegue el vencimiento de unos U$S 30 millones más que tiene el grupo para las próximas semanas.

Así y todo, el ambiente se calmó bastante tras las la conmoción inicial, pero la calma no duró demasiado. Es que al cambio registrado en la economía argentina en el 2024, con devaluación inicial, baja acumulativa de la inflación, reservas, y actualización de tarifas, entre otras varias cuestiones (remoción de restricciones al comercio, escollos operativos, etc.), se agregó el clima irregular (llovió bien solo en los dos primeros meses y en los dos últimos del año) con precipitaciones promedio por debajo de las normales, y el mantenimiento de la tendencia declinante en los precios agrícolas internacionales que ya se había iniciado en el 2023.

Un cóctel casi explosivo, especialmente porque así comenzó también este año, sin reservas de humedad en los suelos de la mayoría de las zonas productivas del país, y temperaturas sensiblemente mayores a los promedios de la época.

El combo es muy complejo, aunque los más expuestos por el momento, son los que están más “jugados” en el sistema financiero, muchos de los cuales hicieron cálculos erróneos, tanto sobre el valor del dólar, como sobre la velocidad de baja de la inflación (en este grupo algunos ya presentaron más de un concurso previo). Ahora, con mucha menor licuación de pasivos (por la baja del costo de vida), con un Brasil que devalúa (mientras Argentina revaluó), con la suba de costos locales en dólares, y con el peso pleno de la carga impositiva, el panorama se complica.

Aún así, la gran mayoría del campo, compuesta por los productores tradicionales, todavía siguen “sanos”, más aún los ganaderos que resultan siempre los más conservadores. Tal vez, atrasando alguna compra, suspendiendo mejoras, renegociando algún plazo de pago, o liquidando alguna mercadería (vacas, por ejemplo, lo que marca la alta participación de hembras en la faena que se aún se mantiene), pero no mucho más que eso hasta ahora.

Sin embargo, la sumatoria de mal clima, precios de la carne vacuna que no acompañaron a la inflación del año pasado, y los agrícolas que recién comienzan a sostenerse un poco, pero en parte, por la caída de la producción en Argentina, hacen prever complicaciones crecientes si no se revierte rápidamente la situación climática. En ese caso, aunque el contexto para el país está mucho más ordenado, y previsible (aunque faltan bastante aún), el sector va a estar nuevamente descapitalizado para poder atravesar la situación hacia el nuevo esquema.

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La falta hacienda gorda, y entre 600 y 700.000 terneros menos, es un problema para la ganadería.

La falta hacienda gorda, y entre 600 y 700.000 terneros menos, es un problema para la ganadería.

Seguramente fue esto (y la “sugerencia” del FMI, según dicen), lo que llevó a las autoridades a hacer días atrás, un recorte de las retenciones de granos, subproductos y de algunas economías extrapampeanas que aún quedaban, lo que tranquilizó un tanto las aguas y mejoró, algo, la posición teórica, ya que en la práctica las operaciones hasta ahora fueron muy pocas debido a ciertas normativas aún pendientes, y otras tantas poco claras, según se quejan los operadores que, dentro de un gobierno “liberal” no entienden demasiado bien lo de “temporalidad” de la rebaja (supuestamente solo hasta fines de junio), y menos aún lo de los 15 días para ingresar las divisas, para poder obtener el beneficio de la rebaja.

Pero sin lluvias, igual no alcanzaría ni aunque eliminaran totalmente las retenciones y, por el momento, tampoco se ve algún plan de emergencia, en un año en el que, elecciones legislativas mediante, provincias y municipios buscan más fondos (¿para las campañas políticas?) que la Nación les recortó.

Hasta ahora, lo único concreto es lo que ya se cosechó, el trigo y sus 19 millones de toneladas, pero el resto es una gran incógnita, aunque se sabe que los daños ya causados por la seca, en el mejor de los casos (que se regularizara el clima ya) darían una cosecha nuevamente magra, de alrededor de 125-130 millones de toneladas, y con precios internacionales que probablemente también se ubiquen por debajo de los obtenidos el año pasado. Falta hacienda gorda, y entre 600 y 700.000 terneros, entre otras cuestiones.

Pero sin duda, el sector agroalimentario local tiene un gran potencial, aunque esta vez el clima (por tercer verano consecutivo), está frustrando la posibilidades de una transición más tranquila para poder adaptarse a la nueva política vigente desde hace un año, y volver urgente a las inversiones que se requieren.

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