Patagonia

De la Patagonia a liderar el 15% de la soja argentina: la fortuna (y las pérdidas) de los Pérez Companc

¿Cómo un inmigrante vasco en Santa Cruz en 1887 sembró las raíces de un grupo que hoy muele el 15% de la soja argentina? Descubre el legado patagónico que resiste crisis.

La saga de los Pérez Companc se remonta a 1887, cuando Domingo Companc, un ingeniero vasco, llegó a Argentina y se instaló en la remota provincia de Santa Cruz, entonces un territorio nacional inhóspito. Colaborando con el gobernador Edelmiro Mayer, Domingo trabajó en obras públicas con la promesa de recibir tierras. En 1893, radicado en Santa Cruz, impulsó la educación local: su hija Margarita Companc se convirtió en la primera profesora de francés de la zona. Para poblar sus campos, en 1894, Domingo lideró un épico arreo de ovejas desde Coronel Pringles (Buenos Aires), una travesía que duró un año.

Tras la muerte de Domingo, en 1896, los campos quedaron abandonados por décadas, librados a la "mano de Dios". Margarita regresó a Buenos Aires y se casó con Ramón Pérez Acuña, fusionando apellidos. Hacia 1935, su hijo Carlos Pérez Companc -abogado de profesión- inició un juicio por usurpación de tierras en la Patagonia, ganando sentencia en los años '40. Junto a su hermano Jorge Joaquín (médico cardiólogo), Carlos emprendió la recuperación de estas estancias en 1944, reconociendo su potencial ganadero y agrícola en la región.

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Carlos Pérez Companc junto a su colaborador Vicente Aducci en la reforestación y aserradero San Jorge, en el norte de Misiones.

Carlos Pérez Companc junto a su colaborador Vicente Aducci en la reforestación y aserradero San Jorge, en el norte de Misiones.

El punto de inflexión llegó en 1946: inspirados por un viaje a Estados Unidos post-Segunda Guerra Mundial, Carlos y Jorge fundaron la Compañía Naviera y Comercial Pérez Companc. Inicialmente enfocada en transportar maquinaria pesada desde Buenos Aires al sur patagónico -donde no había puertos-, la empresa se convirtió en pionera del desarrollo regional.

En 1951, su nave Santa Micaela transportó la primera expedición científica militar a la Antártida, estableciendo la Base General San Martín en Bahía Margarita. En esta era inicial del imperio, ya era fuerte la vinculación al agro: en los años '50, adquirieron bosques naturales en el noreste argentino, iniciando producción forestal y ganadera en Santa Cruz, con estancias como Santa Ana y San Ramón sumando al menos 270.000 hectáreas dedicadas a vacas Jersey, ovejas y caballos de sangre pura.

Fortuna: Expansión explosiva

A partir de 1960, el grupo irrumpió en la industria petrolera con servicios de intervención de pozos, pero el agro patagónico y pampeano permaneció como pilar. Gregorio "Goyo" Pérez Companc (nacido en 1934 en Buenos Aires, adoptado por la familia en circunstancias misteriosas —anotado inicialmente como Jorge Gregorio Bazán—), ingresó al negocio en 1966, en YPF y se unió al grupo en 1970 como superintendente en Neuquén. Para 1978, era gerente general de la naviera familiar, dirigiendo entidades como Pecom Agropecuaria, Minera Sierra Grande y el Banco Río de la Plata.

Los '90 marcaron el punto de inflexión: bajo el comando de Goyo, el conglomerado multiplicó su tamaño por diez, capturando dos puntos del PBI argentino en ventas y superando fortunas como la de David Rockefeller.

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Con cuatro viejas barcazas de desembarco de la Segunda Guerra Mundial de la marina estadounidense, fundaron la Compañía Naviera Perez Companc SACFIMFA que se dedicó al transporte de lana de ovina desde Santa Cruz. Foto: www.eldiarionuevodia.com.ar

Con cuatro viejas barcazas de desembarco de la Segunda Guerra Mundial de la marina estadounidense, fundaron la Compañía Naviera Perez Companc SACFIMFA que se dedicó al transporte de lana de ovina desde Santa Cruz. Foto: www.eldiarionuevodia.com.ar

En el contexto de las reformas neoliberales del presidente Carlos Menem, el grupo se posicionó como uno de los más agresivos beneficiarios de las privatizaciones, capturando concesiones en oleoductos, campos petroleros, peajes viales y una participación del 15% en activos energéticos clave.

Alianzas estratégicas con gigantes financieros como Citicorp facilitaron esta expansión, diversificando hacia banca —con la adquisición de Banco Río, parcialmente vendido a Santander en 1997 por una suma no revelada— y telefonía.

El pico de esta era dorada se materializó en 2002, cuando el grupo cedió su división petrolera estrella a Petrobras por US$ 1.100 millones, una maniobra que inyectó liquidez masiva, pero señaló el repliegue de sectores volátiles ante la inminente crisis económica argentina de 2001. Esta venta no fue un retiro, sino una recalibración: Gregorio priorizó el control familiar mediante estructuras accionarias complejas, como el intercambio de acciones en 1999, que blindó el imperio contra diluciones públicas.

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Dueño de la cuarta fortuna de la Argentina según el ranking Forbes, condujo durante décadas el holding familiar y fue una figura destacada del empresariado nacional.

Dueño de la cuarta fortuna de la Argentina según el ranking Forbes, condujo durante décadas el holding familiar y fue una figura destacada del empresariado nacional.

Del petróleo al agro como pilar de supervivencia

La crisis del 2001, con su default soberano y devaluación, obligó a una reestructuración profunda. El grupo vendió divisiones no esenciales —bancos, telefonía y vastas extensiones de tierra— para enfocarse en activos resilientes. Aquí irrumpió el sector agroindustrial, un bastión familiar desde inicios del siglo XX.

Molinos Río de la Plata S.A., fundada en 1902 y absorbida plenamente en los 90, se convirtió en el ancla: Esta procesadora de alimentos derivados de commodities como trigo, soja y arroz opera nueve plantas en Argentina, manejando 520.866 toneladas de materias primas en 2020 (de las cuales 215.918 toneladas fueron trigo y 120.506 toneladas girasol). Produce harinas, pastas, aceites, arroces, vinos y alimentos congelados, exportando a más de 20 países.

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En 2016, el grupo lanzó Molinos Agro S.A., especializada en origen, molienda y exportación de granos (soja, girasol, maíz, trigo) y biodiésel. Esta entidad elevó el perfil agro del conglomerado, capturando el 15% de la molienda nacional de soja y exportando harina y aceite a más de 30 países (con India como principal destino para el aceite de soja).

Molinos Agro participa con un 33,3% en Renova S.A., una de las mayores productoras de biodiésel globales, asegurando un 21% de la cuota argentina en la Unión Europea. En la campaña 2023/2024, procesó 4,57 millones de toneladas de cereales, un volumen que resiste pese a la sequía histórica de 2023, que recortó la producción de soja en un 46%.

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Pecom Servicios Energía, empresa de los hermanos Pilar, Rosario y Luis Pérez Companc.

Pecom Servicios Energía, empresa de los hermanos Pilar, Rosario y Luis Pérez Companc.

Reestructuraciones para superar la crisis

El control permanece férreo en manos de la familia. Luis Pérez Companc, presidente de Molinos Río de la Plata, encarna la transición generacional. En mayo de 2024, junto a sus hermanas Rosario y Pilar, consolidaron el 75,01% del capital de Molinos Agro en una operación valuada en más de US$ 450 millones, activando una oferta pública obligatoria de adquisición. Esta movida, reportada por medios como La Nación, no solo fortalece el núcleo familiar, sino que refleja una visión a largo plazo en un contexto de volatilidad económica.

Financieramente, el agro ha sido el salvavidas. En el ejercicio 2023/2024, Molinos Agro reportó ingresos de 2.149 millones de ARS (caída del 43% por la sequía), pero una ganancia neta de 68.602 millones de ARS (+11,6%), con activos totales de 480.729 millones de ARS. Por su parte, Molinos Río de la Plata incrementó ventas en volumen un 1,9% en el primer semestre de 2025, aunque facturación cayó un 19,7% y registró pérdidas de casi 20.000 millones de ARS, atribuidas a una inflación del 288% y precios regulados. Inversiones acumuladas superan los US$ 300 millones en modernización desde 2020, priorizando eficiencia y expansión exportadora.

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La empresa se consolida como proveedor internacional de productos derivados de la molienda de oleaginosas y aumentar su eficiencia operativa y de productividad.

La empresa se consolida como proveedor internacional de productos derivados de la molienda de oleaginosas y aumentar su eficiencia operativa y de productividad.

Sostenibilidad, la nueva frontera

Ante presiones globales, el grupo alinea su operación con estándares internacionales. Ambas compañías adhieren a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y los lineamientos GRI para reportes integrados. Molinos Río de la Plata redujo emisiones de CO en un 16,5% por pallet en 2020, consumo de agua en 2,8% y residuos en 1,79%, avanzando hacia "Residuo Cero" con el 78% de empaques renovables.

Por su parte, Molinos Agro ostenta certificaciones ISO 9001/14001 y GMP+, y lidera en trazabilidad "libre de deforestación" vía el programa VISEC. Iniciativas como "Sembramos Futuro" fomentan emprendimiento juvenil, mientras inversiones en energía solar y economía circular mitigan impactos ambientales.

La pandemia de COVID-19 en 2020 aceleró la innovación: se lanzaron 113 ítems libres de gluten, apostando por productos saludables. Hoy, con una proyección de 50 millones de toneladas de soja para 2024/2025, el grupo mira optimista. Como declaró Luis Pérez Companc a Forbes Argentina en 2024: “Argentina está en un momento bisagra y hay luz al final del camino”, reconociendo tensiones como despidos en 2025 y volatilidad, pero enfatizando recuperación.

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Luis Pérez Companc, presidente de Molinos Río de la Plata, Molinos Agro y Pecom Energía.

Luis Pérez Companc, presidente de Molinos Río de la Plata, Molinos Agro y Pecom Energía.

Un imperio discreto

El Grupo Pérez Companc ilustra la maestría en la discreción. Su fórmula -control familiar, diversificación selectiva y sostenibilidad- permitió sortear tres crisis económicas argentinas. En el agro, no solo sobrevive: lidera, exportando a más de 50 países y posicionándose en biodiésel como puente a la transición energética.

Mirando al futuro, el grupo podría expandir alianzas en biocombustibles, aunque persisten retos como regulaciones laborales y climáticas. En última instancia, Pérez Companc recuerda que en la agroindustria argentina, la paciencia y la tierra fértil valen más que el oro negro.

Fuentes: Reportes oficiales CNV; web oficial; archivos históricos de La Nación, Clarín y Ámbito Financiero; material periodístico y aportes de +P

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