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Argentina: Septiembre marcó un freno en las importaciones de manzanas

Tras nueve meses de crecimiento, el ingreso de manzanas importadas cayó por primera vez en el año. Volatilidad cambiaria y menor consumo interno, claves.

Después de varios meses de incremento sostenido, las importaciones de manzanas argentinas registraron una notoria desaceleración durante septiembre, marcando el primer retroceso mensual interanual del año. Según datos oficiales del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), el ingreso de manzanas extranjeras totalizó poco más de 310 toneladas en septiembre de 2025, frente a las 357 toneladas del mismo mes del año anterior, lo que implica una caída cercana al 13%.

Este freno contrasta con la tendencia que venía mostrando el comercio exterior frutícola a lo largo de 2025. En los primeros nueve meses del año, las importaciones de manzanas acumularon más de 2.750 toneladas, lo que representa un crecimiento del 50% interanual y un salto superior al 60% respecto del promedio del período 2020-2024. Sin embargo, el mes de septiembre aparece como un punto de inflexión: el primero en mostrar un descenso en comparación con 2024.

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Un termómetro de la economía

Si bien los volúmenes importados siguen siendo marginales dentro del consumo interno, el fenómeno tiene un fuerte valor simbólico y económico. En los primeros nueve meses del año, el mercado argentino absorbió cerca de 180.000 toneladas de manzanas, lo que implica que las importaciones apenas representan un 1,5% del total del mercado. No obstante, para los actores del sector, esta cifra es suficiente para actuar como indicador del estado general de la economía, especialmente en lo referido a los precios relativos, la competitividad cambiaria y los costos de producción.

“La importación de manzanas funciona como un termómetro que refleja el nivel de atraso cambiario y la competitividad del mercado interno”, señaló un empresario frutícola del Alto Valle de Río Negro. “Cuando el tipo de cambio se retrasa, automáticamente crecen las importaciones, porque los precios externos se vuelven más atractivos”, añadió.

El repunte de las importaciones no es nuevo. Desde 2019, la curva de ingreso de manzanas extranjeras ha mostrado una tendencia ascendente. Ese año se registró un piso histórico de apenas 190 toneladas, mientras que en 2025, la cifra ya supera ampliamente las 2.700 toneladas en el mismo período.

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El antecedente más alto en la última década se remonta a 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando se permitió una apertura comercial sin mayores restricciones. En los primeros nueve meses de aquella campaña ingresaron más de 5.600 toneladas de manzanas, más del doble del volumen registrado este año.

Tres causas detrás del freno en septiembre

De acuerdo con operadores del mercado consultados, la desaceleración de septiembre responde a una combinación de factores tanto internos como externos.

La primera causa tiene que ver con la reorientación de la oferta chilena hacia otros destinos más rentables. Chile —el principal proveedor de manzanas importadas por la Argentina— encontró mejores oportunidades en otros mercados, ante la debilidad de la demanda argentina y la volatilidad cambiaria.

La segunda razón está vinculada precisamente con ese enfriamiento del mercado interno. La venta de frutas en el país se mantiene “muy lenta”, según describen los empresarios del sector, lo que desalienta la importación de productos frescos que requieren una rápida rotación comercial. “El mercado sigue sin reaccionar y está muy lenta la salida de manzanas”, reconoció un operador del Valle de Río Negro.

El tercer factor está asociado al entorno financiero y cambiario. La reciente devaluación y la volatilidad del dólar impactaron de lleno en la ecuación de costos de los importadores, que vieron alterada su estructura de ingresos y márgenes de rentabilidad. Muchos decidieron frenar sus operaciones hasta que se estabilice el mercado cambiario.

Chile, el principal origen de las manzanas importadas

Las estadísticas del SENASA confirman que más del 90% de las manzanas importadas por la Argentina provienen de Chile, mientras que el restante 10% llega desde los Estados Unidos. Esta concentración en un único proveedor regional explica en parte la sensibilidad del mercado local ante los movimientos de la oferta chilena.

El diferencial de precios también influye en las decisiones de compra. Según datos del Mercado Central de Buenos Aires, las manzanas chilenas se comercializan en promedio un 20% por encima de las del Valle de Río Negro y Neuquén, lo que reduce aún más su competitividad en un contexto de consumo retraído.

Para los empresarios frutícolas, el tipo de cambio actual —en torno a los 1.400 pesos por dólar— ofrece un punto de equilibrio más razonable que el observado en meses anteriores, cuando el atraso cambiario incentivaba las importaciones. Con la reciente devaluación, los precios de las frutas importadas dejaron de ser tan competitivos frente a la producción local, lo que explica en parte la retracción registrada en septiembre.

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La volatilidad cambiaria registrada en estas últimas semanas se hizo sentir en todo el sistema comercial de la manzana.

La volatilidad cambiaria registrada en estas últimas semanas se hizo sentir en todo el sistema comercial de la manzana.

“El dólar en este nivel vuelve más equilibrado el negocio y desincentiva el ingreso de fruta importada”, explicó un empresario del Alto Valle. “Aun cuando los volúmenes son bajos, marcan una tendencia clara sobre cómo se comporta la economía”.

Un mercado en observación

A pesar de que las importaciones continúan representando un volumen marginal en relación con el consumo nacional, su evolución sigue de cerca por parte de productores y exportadores argentinos. En el Valle de Río Negro y Neuquén, donde se concentra la mayor parte de la producción de manzanas del país, las variaciones en los flujos de importación suelen ser vistas como un síntoma de los desajustes macroeconómicos, más que como una amenaza comercial concreta.

En ese sentido, la caída de septiembre podría interpretarse como una señal de reajuste del mercado, impulsada por un tipo de cambio más competitivo y una menor demanda interna.

Sin embargo, los analistas advierten que si la situación macroeconómica vuelve a deteriorarse o si el tipo de cambio se retrasa nuevamente, las importaciones podrían retomar su tendencia alcista. Por ahora, el freno de septiembre ofrece un respiro simbólico para los productores locales, aunque no modifica de fondo el panorama de un sector que sigue dependiendo fuertemente del comportamiento del dólar y del poder adquisitivo de los consumidores argentinos.

Fuente: Redacción +P.

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