Chile

Chile sumó 169.200 hectáreas frutícolas en los últimos 20 años

Tiene un total de 375.600 hectáreas frutícolas distribuidas por todo su territorio. Chile es líder en la exportación frutícola del Hemisferio Sur.

En las últimas dos décadas la superficie frutícola de Chile creció en 169.200 hectáreas tal lo refleja un reciente informe presentado por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA) del vecino país. Los datos son realmente impresionantes. Este incremento representa 4,5 veces la cantidad de hectáreas frutícolas totales existentes hoy en los Valles de Río Negro y Neuquén.

Cuando una analiza la estadística del informe mencionado, se observa que solo en el 2014 la actividad frutícola mostró una tasa negativa de crecimiento sobre su superficie. Al cierre del 2022, Chile contaba con 375.598 hectáreas dedicadas a la fruticultura.

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La cantidad de hectáreas productivas se traduce en valores de exportaciones frutícolas (frescas y procesadas) por cerca de 7.500 millones de dólares (2022). Argentina, durante el mismo año llegó a colocar en los mercados externos poco más de 2.000 millones de dólares entre todas sus especies. ¿Cómo es posible que Chile con un cuarto de la superficie argentina exporte cuatro veces más fruta?

Un reporte del Banco Mundial publicado en abril 2020 destaca que el éxito del sector exportador frutícola chileno se explica, entre varios otros factores, por un apoyo del Estado en:

- Condiciones macroeconómicas estables de largo plazo.

- La liberalización de las políticas comerciales y negociación de las mejores condiciones posibles con los socios comerciales actuales y potenciales.

- Grandes inversiones en inocuidad alimentaria y cumplimiento de calidad.

- Apoyo a las innovaciones.

- Respaldo a pequeñas y medianas empresas.

- Apoyo a iniciativas privadas para la promoción de exportaciones.

- Desarrollo de políticas transparentes y eficientes para la industria.

“Mantener estas condiciones, sumado al trabajo coordinado entre los sectores públicos y privados es clave para continuar con este desempeño en la actividad”, concluye el estudio del Banco Mundial.

Argentina, lejos está todavía de lograr condiciones para el desarrollo de sus economías regionales. Y el Valle de Río Negro y Neuquén no queda fuera de este contexto. Durante las últimas dos décadas -por no ir más atrás en la historia- nuestro país viene aplicando políticas económicas con un claro sesgo anti exportador a lo que hay que sumarle el rol poco activo de un Estado sobredimensionado y sin capacidad de respuesta a los problemas de la actividad. Estas dos variables han sido claves cuando se analiza el deterioro comercial de la fruticultura del Valle de Río Negro y Neuquén en este período.

Las estadística brindada por ODEPA refleja que en estos últimos diez años (2013-2022) la actividad frutícola chilena se expandió en poco más de 76.000 hectáreas, liderando las plantaciones de cerezas este proceso virtuoso, con un aumento de su superficie en 45.300 hectáreas.

Peras y manzanas en baja

La estadística brindada por ODEPA también refleja una importante caída de la superficie implantada con pomáceas en estos últimos 20 años. Los datos oficiales señalan que se perdieron 6.595 hectáreas, con tendencias bien definidas en períodos específicos.

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Tal como se observa en el gráfico adjunto, durante el período 2003-2012 la superficie plantada muestra cierto grado de estabilidad. En 2013 pega un salto a 37.545 hectáreas y a partir de allí comienza un proceso de erradicación de montes llegando en 2022 a una superficie de manzanas implantada de 29.034 hectáreas. Esta superficie generó exportaciones por 602.400 toneladas y divisas por 518,4 millones de dólares.

La misma tendencia se observa en la evolución que muestra la superficie plantada de peras.

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El período 2004-2012 refleja cierta estabilidad en la superficie implantada. Durante 2013-2016 crece en forma importante la cantidad de hectáreas destinadas a la producción comercial de peras. Pero, a partir de 2016, la especie pierde fuerza en el comercio de los mercados externos y los productores inician un proceso de erradicación que lleva finalmente en 2022 a contar Chile con una superficie de 5.870 hectáreas, que generan exportaciones de poco más de 116.000 toneladas de frutas frescas y divisas por 124 millones de dólares.

Los desafíos que enfrenta el sector

La fruticultura chilena ostenta un reconocimiento a nivel mundial. Es el principal país productor y exportador de frutas del hemisferio sur, líder en la colocación externa de cerezas, uvas, arándanos y nueces en el sector frutas frescas y frutos secos, y en procesados, lidera en envío de manzana, uva y ciruela deshidratada. Es considerado un proveedor de categoría mundial por su fiabilidad y cumplimiento de la inocuidad alimentaria en base a la normativa internacional.

Lo anterior ha permitido que la actividad frutícola en Chile se haya desarrollado auspiciosamente en los últimos 20 años, sustentada también en el alto número de acuerdos comerciales firmados con otros países (30 acuerdos comerciales que involucran 65 países o bloques) y los fuertes niveles de inversión privada para poder hacer obras de infraestructura (viales, portuarias, etc.) que acompañaron el desarrollo de la producción en todo este tiempo.

Pese a estos importantes avances en materia frutícola, el vecino país se impone nuevos desafíos buscando mantener las tasas de crecimiento que presenta la actividad. El informe de ODEPA enumera los principales desafíos que está encarando el sector.

- Hacer frente ante la presencia cada vez más relevante de países que producen especies frutícolas donde Chile es líder, generando una presión por mantener altos niveles de competitividad (Perú, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica). Lo anterior exige mejorar la productividad, optimizando la relación entre los recursos invertidos y la producción obtenida.

- Desarrollar tecnologías que permitan adaptarse a la situación nacional:

+Cambio climático: en su efecto directo sobre la escasez hídrica y el desplazamiento de la frontera frutícola hacia las regiones del sur de Chile.

+Mano de obra: alto costo, baja disponibilidad y necesidad de contar con técnicos y profesionales calificados en el uso de nuevas tecnologías, avanzando hacia una agricultura 4.0 o agroclimáticamente inteligente. o Extender la vida de postcosecha para llegar a mercados lejanos con buena condición de fruta.

- Responder a tiempo a los cambios en las preferencias de los consumidores locales y extranjeros:

+Nuevas características (por ejemplo uvas sin pepas, cerezas más crocantes, mandarinas más dulces).

+Sistemas de Producción sustentables, con especial foco en la huella del agua y carbono. o Productos certificados, saludables, e inocuos.

- Ampliar el destino de las exportaciones en frutales de relevancia, como cerezas (más del 90% del volumen exportado se envía a China), cítricos (86% de los envíos se concentran en EE.UU.), o aceite de oliva (más del 80% se envía a Brasil y EE.UU.).

- Asociatividad:

+La promoción, fomento y difusión de modelos asociativos, como por ejemplo las cooperativas, mediante una economía colaborativa, muestran un alto potencial para satisfacer de forma sostenible el aumento de la demanda mundial de alimentos y, al mismo tiempo, mejorar el acceso a los mercados y las condiciones de vida de los pequeños y medianos productores.

+De igual manera, los modelos asociativos proveen una serie de servicios a comunidades rurales, generando y manteniendo empleos de mejor calidad, contribuyendo a la inserción de jóvenes en la agricultura y su permanencia en el mundo rural y al dinamismo de las economías locales.

Este decálogo de ideas sin dudas se puede trasladar en forma lineal para ser aplicado en la actividad frutícola argentina. Sin embargo, todavía nos falta un trabajo previo pendiente, desde hace ya más de cinco décadas: ordenar las variables macroeconómicas y poder sostenerlas en el tiempo; y ajustar el Estado para que verdaderamente cumpla el rol que corresponde y este presente dónde efectivamente sea necesario.

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