Juicio

Comenzó el juicio por el caso de la pérdida de los 1.300 contenedores de cerezas

Todo indica que no habrá acuerdo en el juicio por la pérdida de los más de 1.300 contenedores de cerezas chilenas.

Se proyecta como el juicio más importante dentro de la actividad frutícola de Chile y el mundo. Un conflicto legal de gran magnitud ha comenzado a desarrollarse en el vecino país tras la pérdida de un cargamento de más de 1.300 contenedores de cerezas, valorado en cerca de 130 millones de dólares debido a la falla mecánica del buque Maersk Saltoro. La controversia involucra a la gigante naviera danesa Maersk, exportadores chilenos y las autoridades judiciales, que han iniciado un procedimiento para constituir un fondo de limitación de responsabilidad.

El incidente ha generado un impacto profundo en la industria exportadora, poniendo en riesgo las relaciones comerciales entre los productores chilenos y las principales navieras internacionales.

Tras la millonaria pérdida, esta semana comenzó el complejo proceso judicial en Chile. El 5º Juzgado Civil de Valparaíso dio inicio al procedimiento de conformidad con los artículos 1210 y siguientes del Código de Comercio, estableciendo un fondo de limitación de responsabilidad por la suma de $15.213.309.162,12 (aproximadamente US$16,4 millones), más los intereses corrientes.

El fondo busca definir un monto máximo de compensación para los afectados. La empresa Maersk, junto con Sinergy Marine y Argosy, presentaron la solicitud ante el tribunal con el fin de limitar su responsabilidad legal. Para ello, ofrecieron una carta de garantía emitida por Gard P&I (Bermuda) Ltd., de fecha 21 de febrero de 2025, y se comprometieron a depositar $75.000.000 para cubrir las costas del procedimiento. Además, el tribunal designó a un liquidador titular y un suplente, quienes tendrán la responsabilidad de verificar y distribuir los créditos entre los afectados.

Exportadores de cerezas rechazan compensación

Si bien el proceso judicial avanza, los exportadores chilenos han manifestado su descontento con la compensación ofrecida por Maersk y sus socios. Argumentan que los US$16,4 millones propuestos solo cubren el 12% del total de las pérdidas, que estiman en US$120 millones. Esta situación ha generado tensión entre los exportadores y las navieras, ya que muchos consideran que este precedente podría afectar futuros acuerdos comerciales y la confianza en el transporte marítimo.

"Las pérdidas no solo afectan a las empresas exportadoras, sino que también ponen en riesgo el prestigio de la fruta chilena en el mercado chino, un destino clave para nuestros productos", señaló un representante del gremio exportador al ser consultado por los medios de Chile. Representantes legales de las empresas frutícolas afectadas aseguraron que apelarán la decisión emanada del Juzgado Civil de Valparaíso a la espera de las definiciones por la investigación que se está realizando en Singapur buscando definir las causas de la rotura del motor del Maersk Saltoro, que fue lo que desató la gran crisis de los 1.300 contenedores de cerezas chilenas perdidas en el mercado de china.

Por su parte, Maersk ha defendido su posición argumentando que la limitación de responsabilidad es un mecanismo legal reconocido internacionalmente, diseñado para establecer un tope en las indemnizaciones cuando ocurren incidentes marítimos.

Los abogados de las partes involucradas anticiparon, teniendo en cuenta la posición de cada uno de ellos, que el juicio no será resuelto en poco tiempo como en un principio se esperaba, situación que preocupa a los exportadores de Chile que están siendo afectados por esta crisis.

El incidente que dio inicio al juicio

El 27 de diciembre de 2024, el buque Maersk Saltoro partió desde San Antonio, Chile, con destino a China, transportando 1.352 contenedores con aproximadamente 5 millones de cajas de cerezas y otras frutas. Este cargamento era crucial para abastecer el mercado chino en la temporada del Año Nuevo Lunar, cuando la demanda por frutas frescas chilenas alcanza su punto más alto.

Sin embargo, el 13 de enero, la embarcación sufrió una falla mecánica en su motor, lo que la dejó varada en alta mar durante semanas. En total, el buque tardó 52 días en llegar a su destino, un retraso fatal para la carga perecible que transportaba. Cuando finalmente arribó a China, se constató que la fruta ya no era apta para el consumo y había sufrido una pérdida total.

Las autoridades sanitarias chinas iniciaron un proceso de inspección, que concluyó el 8 de marzo, determinando que el cargamento debía ser destruido en su totalidad. Esta decisión significó la pérdida absoluta del producto y un golpe financiero devastador para los exportadores chilenos.

Impacto en la relación comercial Chile-China

China es el principal destino de las exportaciones de frutas chilenas, especialmente las cerezas, cuya demanda se dispara en la época del Año Nuevo Lunar. En 2023, las exportaciones de cerezas chilenas a China alcanzaron un valor de US$2.000 millones, consolidándose como uno de los principales productos agrícolas exportados por Chile.

El fracaso en la entrega de este cargamento podría afectar la confianza de los compradores chinos en la cadena de suministro chilena. Además, el retraso y la destrucción de la carga han generado un impacto negativo en la reputación de las empresas exportadoras y de la logística marítima en la región.

Este escenario plantea dudas sobre la capacidad de las navieras para garantizar el cumplimiento de plazos, algo fundamental en el comercio de productos perecibles. La situación también podría impulsar a los exportadores chilenos a diversificar sus rutas y operadores logísticos, en un intento por reducir el riesgo de depender de una sola compañía naviera.

Un conflicto abierto con implicancias a largo plazo

El caso del Maersk Saltoro ha abierto un nuevo capítulo en la relación entre exportadores y navieras, dejando en evidencia la vulnerabilidad del comercio marítimo ante fallas técnicas imprevistas.

Si bien el procedimiento judicial busca establecer una compensación, la brecha entre lo que ofrecen las navieras y lo que demandan los exportadores podría derivar en nuevas disputas legales y un debilitamiento de la confianza en el sector.

Por ahora, el futuro del comercio de frutas entre Chile y China enfrenta incertidumbre. La resolución de este caso será clave para definir los términos en que se llevarán a cabo futuras negociaciones y contratos de transporte marítimo.

Mientras tanto, los exportadores chilenos buscan alternativas para evitar que una situación similar se repita, ya que la pérdida de un cargamento millonario no solo afecta a la industria, sino también a la imagen del país en el mercado internacional.

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