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El campo patagónico, protagonista en la mesa de Navidad

Productos elaborados a lo largo y ancho de nuestra región están presentes en la mesa y el brindis en fiestas de fin de año.

La mesa navideña de los patagónicos es un verdadero homenaje al trabajo que día a día se hace en el campo. Más allá de los regalos y de la celebración religiosa o social, lo cierto es que la cena del 24 es una suerte de muestrario del esfuerzo del campo que sostiene la tradición.

De hecho, cada plato típico de las fiestas, cada bebida y cada dulce lleva consigo una historia que comienza en el interior profundo y se conecta con el esfuerzo de miles de productores agropecuarios.

De este modo, la mesa navideña es un verdadero mapa de la riqueza productiva de la región. Desde la fruta que da forma a la ensalada, hasta las manzanas de la sidra; desde el chivito del norte neuquino al espumante de San Patricio; desde los frutos secos de la sobremesa a los vinos, cada sabor nos conecta con un rincón diferente de la Norpatagonia.

“Si prestamos atención, prácticamente todos los productos con los que armamos nuestra mesa dulce navideña o de año nuevo tienen su origen en el campo”, sostiene Nicolle Pisani Claro, Economista Jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA).

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Los chivitos del Norte Neuquino, un clásico de la mesa navideña.

Los chivitos del Norte Neuquino, un clásico de la mesa navideña.

El chivito

Una de las estrellas de la mesa navideña es el chivito criollo del Norte Neuquino, que fue reconocido en 2010 como el primer producto alimenticio argentino con Denominación de Origen. "Simboliza la identidad del territorio caracterizado por la cría caprina, la trashumancia, los crianceros, una diversidad biocultural, y procesos históricos que lo hacen único en su tipo”, señalaron por aquellos días.

En la zona norte de Neuquén desarrollan su actividad más de 1500 familias de pequeños productores. Estos crianceros se dedican a la crianza extensiva de caprinos, siendo este un sistema marginal del que resulta un producto de elevado reconocimiento en el mercado.

Por estos días, la venta de los chivitos del norte neuquino en la ciudad capital fue un verdadero boom y se vio cómo los neuquinos hacían filas para llevarse el suyo.

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La sidra tiene su origen en las manzanas y peras del Alto Valle de Río Negro y Neuquén.

La sidra tiene su origen en las manzanas y peras del Alto Valle de Río Negro y Neuquén.

El momento del brindis

“Un momento muy especial de estas fechas es el brindis, que muchos hacen con sidra. Esa bebida es elaborada con las manzanas del Alto Valle de Río Negro, en nuestra Patagonia”, agrega Pisani Claro.

La sidra, presente en cada brindis navideño, tiene su origen en las manzanas y peras del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Estas frutas, cultivadas bajo condiciones climáticas ideales, son el corazón de una industria que produce 51 millones de litros anuales, de los cuales un 28% se exporta.

La sidra no solo simboliza alegría y celebración, sino también el esfuerzo de los fruticultores que trabajan todo el año para garantizar su calidad.

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Las almendras del pan dulce, salidas de las chacras del Valle.

Las almendras del pan dulce, salidas de las chacras del Valle.

El pan dulce

El pan dulce, emblema indiscutido de las fiestas, es mucho más que un postre. Es un verdadero símbolo de colaboración entre regiones, que se plasma en cada uno de sus ingredientes. La harina, base de la masa, proviene de los extensos cultivos de trigo de la Pampa Húmeda. El azúcar, que endulza cada bocado, tiene su origen en los cañaverales del norte argentino. Los huevos y la manteca nos llevan a las granjas avícolas y tambos de Santa Fe y Entre Ríos, mientras que las abrillantadas conectan con los viñedos y frutales de Mendoza, San Juan y el noreste.

Ahora bien, más allá de la harina, huevos o lácteos, el pan dulce lleva obviamente frutos secos y aquí nuestra región hace un aporte de calidad. Para este año 2024, según los datos del Centro Pyme, se estima que habrá una cosecha de 36.000 kg de almendras peladas y 284.000 kg de nueces con cáscara.

Las peras y manzanas del Alto Valle mantienen su ritmo de comercialización.
Las peras y manzanas del Alto Valle mantienen su ritmo de comercialización. El campo, expectante de cara a las exportaciones.

Las peras y manzanas del Alto Valle mantienen su ritmo de comercialización. El campo, expectante de cara a las exportaciones.

Postre

Este artículo estaría incompleto sin un paneo por el aporte de la fruta a la mesa navideña. El Valle de Río Negro y Neuquén y reconocido por su producción de frutas de pepita y carozo, a pesar del declive de la última década.

Según estadísticas oficiales, la superficie cultivada con peras y manzanas disminuyó en un alarmante 24%. En 2013, la región albergaba 49.576 hectáreas de tierras frutales, pero para 2022, esta cifra se redujo a 37.873 hectáreas. En promedio, se perdieron unas 1.170 hectáreas cada año, dejando a la industria frutícola en un estado de crisis profunda.

Más allá de esta situación estructuralmente compleja, lo cierto es que las mesas navideñas contarán seguramente con peras, manzanas o cerezas de la zona, por citar algunas frutas. El Valle nos regala las cerezas, frutas que decoran ensaladas y postres en las fiestas. Con una producción anual de 24.000 toneladas, estas frutas son un producto premium que llega a mercados internacionales como China, Estados Unidos y España. Mendoza, Río Negro y Neuquén lideran su cultivo, consolidándolas como una joya de exportación.

En un repaso veloz vemos que el campo patagónico dice “presente” en la mesa. En cada bocado y en cada brindis, estará recordándonos que, detrás de nuestras tradiciones, está el esfuerzo incansable de quienes trabajan la tierra en distintos puntos de la Patagonia.

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