Valle

¿Es necesario para el Valle tener nuevas variedades propias?

A nivel mundial muchos países productores tienen programas de mejoramientos destinados a obtener nuevas variedades propias manejadas a fin de lograr después de un largo tiempo el control de la producción y comercialización de las mismas. Este esfuerzo, ¿vale la pena?

En el mundo hay numerosos programas de mejoramiento de frutales entre los que se incluyen cítricos (mandarina, naranja, etc.),carozo (durazno, ciruela, nectarina, etc.),pepita (manzana, pera), y otras como kiwi y uva de mesa destinados a obtener un producto único con características especiales y distintivas de los demás con el fin de posicionarlo en el mercado con agregado de valor. Estas son las “variedades club “o “manejadas” que son administradas por los obtentores (Persona física o jurídica que ha creado, perfeccionado, descubierto o investigado una nueva variedad y la inscribe en un Registro de Variedades , en Argentina en el INASE) y licenciatarios (Persona física o jurídica que obtiene la licencia para multiplicar y/o plantar y/o comercializar una nueva variedad) en todas las etapas del proceso: desde la planta, la producción y hasta la comercialización.

Los dueños de estas variedades tienen muy claro que deben limitar la oferta a fin de que los precios se mantengan lo más alto que se pueda durante el mayor tiempo posible. Impiden la sobreoferta, aseguran la presencia continua en las góndolas y limitan las licencias solo a algunos comercializadores.

En el caso de las manzanas hay más de 40 programas en el mundo, muchos de ellos publico privados ya que al ser inversiones de largo plazo requieren una cierta estabilidad y fuerte inversión económica.

Respecto a la posibilidad de inserción de nuevas variedades de manzanas en nuestra región, hay dos posibilidades, no excluyentes entre sí. La primera, que es la considerada más prudente para los productores no integrados, es la plantación de clones de variedades ya posicionadas en el mercado como por ejemplo clones de Gala (King Gala, GalaStar, Gala Big Bucks, Galaval, Alpigala, etc.) ) Fuji (Zhen Fuji, Rubin Fuji, King Grofn Fuji, etc.), Red Delicious (Scartlett, Jeromine, Red King Roat, etc.).

La otra alternativa puede ser, eventualmente, de mayor rentabilidad, pero más riesgosa y es esta la seguida por algunas empresas que tienen la capacidad de absorber eventuales pérdidas producto a posibles falla de la variedad o variedades elegidas.

Ya se ha mencionado, en esta misma página de +P, que en el caso de manzanas puede llevar entre 20 y 25 años lograr una nueva variedad y posicionarla en el mercado. La pregunta entonces es ¿vale la pena el esfuerzo?

A fines del verano del año 1978 en la Reunión Anual del entonces EERA del INTA el Ingeniero Agrónomo Delio Calvar exponía sobre el programa de mejoramiento en tomate para industria, que de manera exitosa había producido dos variedades aptas para cosecha mecánica: las variedades Choique y Triuque. Al finalizar la reunión y habiendo ingresado al INTA hacia pocos meses, pregunte si eso mismo se podía hacer en manzanos y perales a lo cual el investigador me contesto que son programas de mejoramiento que llevan mucho tiempo. Bueno, pasaron 46 años desde ese día que comento y aún no hemos encarado como región ese desafío.

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La variedad Fuji Zhen tiene un rojo intenso muy atractivo (el clon más coloreado de Fuji), lavado ligeramente estriado.

La variedad Fuji Zhen tiene un rojo intenso muy atractivo (el clon más coloreado de Fuji), lavado ligeramente estriado.

También en algún otro momento, hace ya más de 25 años, un investigador del IRTA de España el Ingeniero Agrónomo Joan Bonany solicitó una entrevista con la Comisión Técnica de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI) y comentó sobre la idea de que Argentina participara de un programa asociativo de mejoramiento que estaba impulsando el IRTA Mas Badia. Cada participante llevó esa idea a su empresa, pero tampoco hubo una decisión favorable al respecto y no me consta que al menos se haya explorado la probabilidad de iniciar experiencias de este tipo.

Es entendible que, en un país sin estabilidad macroeconómica ni reglas de juego permanentes en el tiempo, haya reticencias a invertir en proyectos de largo plazo en los cuales es imprescindible pensar en exportar y no solo en el mercado interno.

En ese sentido Chile con políticas y reglas más estables que las nuestras y un empresariado obligado a exportar, ha logrado transitar el camino para lograr variedades frutales propias y/o asociarse con otras empresas a nivel internacional con el objetivo de participar del desarrollo y prueba de estas nuevas variedades. Un ejemplo reciente es la decisión de pertenecer al Hot Weather Partnership que busca variedades de manzanas adaptadas a climas muy cálidos. Además, nuestro vecino ya tiene algunas variedades propias de carozo, uva de mesa y cereza.

La principal razón o necesidad de impulsar esta iniciativa está relacionada con la tan utilizada palabra “soberanía“ ya que si no tenemos nuestras propias variedades, deberemos pagar de por vida un canon -o royalty- por la planta y por la fruta comercializada, y solo nos permitirán -o adjudicarán- unas pocas hectáreas, y no precisamente a los productores primarios sino a las empresas integradas.

Por otro lado, los obtentores es sabido que, a nivel internacional, prefieren a Chile como socio para esta adjudicación dentro de Latinoamérica, aunque hay que reconocer que en pocos casos se ha privilegiado Argentina, pero más por una acción individual de algunas empresas, que por accionar del sistema frutícola del Valle.

Como ya se mencionó en otro artículo en esta misma página de +P sobre nuevas variedades de manzanas el ejemplo a seguir es sin dudas Nueva Zelanda que obtiene en el año 2020 un promedio de 1,42 dólares por kilo de manzana exportada contra un promedio de 0,9 dólares de Chile y 0,7 dólares de Argentina, y eso se debe a la proporción de las nuevas variedades club que ellos exportan y manejan.

Si hubiéramos invertido en el valle de Río Negro y Neuquén en estos últimos 25 años en este tipo de iniciativa, probablemente hoy sería posible contar con alguna variedad de manzana que fuera manejada por nuestros productores. Sin embargo, y lamentablemente, seguimos atados a que solo algunos tengan acceso a estas variedades por lo que podemos concluir que la soberanía no se declama, se ejerce.

Finalmente, la pregunta que nos debemos a hacer es si estamos dispuesto a iniciar las acciones necesarias para lograr nuestras propias variedades. La respuesta a este interrogante, está en manos de los actores del complejo frutícola tanto público como privado.

La fruticultura del Valle ya perdió mucho tiempo -y dinero- por no seguir las tendencias que marcan los mercados. ¿Seguiremos indiferentes antes los cambios que se están produciendo en el sistema frutícola a nivel internacional?

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