Kleppe y Los Álamos: un legado familiar que transforma la fruticultura del Alto Valle
Los Álamos de Rosauer y Kleppe son dos de las empresas ligadas a la producción frutícola más importantes del Alto Valle. Qué elementos tienen en común y cuál es la historia de cada una de ellas.
Una de las noticias más relevantes de estos días en el ámbito de la producción frutícola, fue la novedad de la adquisición de un paquete accionario del vivero Los Álamos de Rosauer S.R.L, por parte de la empresa Kleppe S.A.
Estas dos empresas tienen en común, que fueron fundadas hace más de cien años por inmigrantes y descendientes de europeos, están manejadas por familias y tienen un rol importante en el desarrollo de la actividad rural en la región.
Cada etapa de la historia de estas compañías, coincide con diferentes momentos de la fruticultura en el Alto Valle, sus inicios, la época dorada, las diversas crisis, la concentración del mercado, la reconversión y la diversificación productiva, además de la aplicación de nuevas tecnologías, entre otros.
De Noruega a Latinoamérica
La historia de la familia Kleppe y sus comienzos en la actividad frutícola, se remonta a 1932, cuando Knut Olai Kleppe fundó su empresa en el Alto Valle, al mismo tiempo que abrió otra firma en Brasil junto al cónsul sueco en Río de Janeiro. Según lo informado en la página web de la empresa Kleppe, Knut Olai vivió en Brasil antes de radicarse en la Argentina y este punto fue el que posibilitó el intercambio de fruta entre ambos países.
Knut Olai llegó a Latinoamérica en 1928 desde Noruega, en el norte de Europa. Unos años después, inició con K.O. Kleppe & C.O. Srl, dedicada a la importación y exportación de fruta fresca y desecada. En los años 40, abrió su propia planta de empaque en Cipolletti, Río Negro, y más tarde comenzó con la producción de manzanas y peras.
Cuentan los hechos que Knut Olai poseía un avión privado con el que se trasladaba de una provincia a la otra. En marzo de 1966, en medio de un pronóstico climático desfavorable, su avión se estrelló en la zona de bardas de Allen, donde murió junto a todos los que viajaban con él, a la edad de 65 años.
Una nueva etapa
A partir del fallecimiento del fundador de la empresa Kleppe, se hizo cargo de la misma, uno de sus tres hijos, Enrique Roberto Kleppe Otamendi, recibido de la Facultad de Filosofía de la UBA y becario del Conicet. Fue éste, el que tuvo que diseñar estrategias para sortear la crisis de finales de los 70, en la época de Martínez de Hoz.
En 1972, Kleppe adquiere una amplia extensión de tierra desértica en el Valle Medio de Río Negro, donde se construyó la estructura productiva de El Caldero. Asimismo, la empresa expandió sistemáticamente su superficie productiva y pasó de tener dos chacras, a cerca de 20 establecimientos.
Además, en 2012 adquirieron la planta de empaque y frío de Salentein Fruits, junto a 450 hectáreas productivas en la zona del Alto Valle. Las crisis frutícolas continuaron en los 90 y los 2000, pero Kleppe supo atenuar los embates y llegó a transformarse en un gran exportador, con presencia en 35 países y 4 continentes.
Enrique Kleppe, a su vez, tuvo dos hijos, Soledad, médica genetista de profesión, y Pablo, quien actualmente está al frente de la empresa.
Los Rosauer y la tercera generación
La familia Rosauer, tiene en común con los Kleppe su origen europeo. Roberto Rosauer y su esposa Hedwig Klein, arribaron primero a Pomona (ex Paso Peñalva), desde Austria y Alemania. Tuvieron tres hijos, Carmen, Rodolfo y Juan Erich; este último fue quien fundó en 1920 el vivero Los Álamos en el Alto Valle.
Hacia la década del 80 toma el mando del vivero uno de los hijos de Juan Erich, Juan Roberto Rosauer. Para ese entonces, Los Álamos se constituía en uno de los viveros más importantes de la Patagonia en materia de rosales y plantas frutícolas.
Igual que los Kleppe, los Rosauer también ampliaron su cadena productiva, construyeron el primer frigorífico en Cipolletti para conservar la fruta que tenían. Hacia fines del 90, instalaron el empaque para embalar la fruta y así abarcar toda la cadena de comercialización. En el 2018, se cerró la empacadora por la conversión de la producción frutícola a orgánica.
Hoy, es la tercera generación familiar la que está a cargo de la empresa, Juan Martín y María Laura Rosauer hijos de Roberto, fallecido a fines del 2023. Son ellos, los que actualmente llevan adelante el desafío de esta nueva fusión con la empresa Kleppe.
Según las declaraciones de Juan Martín a +P, esta nueva sociedad apunta a traspasar las barreras de la producción tradicional de frutales de pepitas y carozos. La idea es trabajar en la incorporación de otros tipos de frutas y, para eso, es necesario aunar esfuerzos entre ambas empresas.
Hoy, a más de un siglo de sus fundaciones, la unión de Kleppe S.A. y Los Álamos de Rosauer S.R.L. no es solo una integración empresarial: representa la convergencia de dos historias familiares que moldearon la fruticultura del Alto Valle. La tradición, la experiencia y la visión, forjada por generaciones, desde Europa hacia el Alto Valle.
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