¿Cómo es la fábrica de insectos más grande del mundo?
En el país del jamón, se producirán toneladas de proteína animal proveniente de bichos. Polémica al margen, ¿cómo es esta megagranja de insectos? Se invertirán 30 millones de euros y abre sus puertas en 2025.
Tal como nos contaban hace unos días desde el CIATI, la alimentación está redefiniéndose. Y como parte de la llamada “revolución de los alimentos”, ahora sabemos que los insectos tienen un alto contenido en proteínas –entre 40 y 50 gramos por cada 100 gramos de insecto–; que algunos proporcionan un porcentaje de ácidos grasos y Omega 3 similar al del pescado; y que son ricos en fibra y micronutrientes (como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y zinc).
“Todas estas virtudes sitúan a los insectos en la categoría de los alimentos nutritivos y saludables, con la ventaja añadida de que su producción requiere un menor consumo de alimentos, agua y terreno, y genera hasta un 90% menos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que la ganadería convencional”, según subraya José Sánchez, presidente de Aproinsecta, asociación que promueve la innovación y el desarrollo del sector de la insecticultura en España.
90.000 m2
En este contexto, apenas sorprende que se esté levantando la fábrica de insectos más grande del mundo en Salamanca gracias a la monumental inversión de 30 millones de euros. La biotecnológica Tebrio está construyendo una fábrica de 90.000 metros cuadrados, que son como 12 canchas de fútbol, en la que trabajarán cerca de 250 personas.
La mayor granja de insectos del mundo producirá 100.000 toneladas anuales de productos. Y con estos números en su haber, España consigue posicionarse en primera línea en este sector, en un momento en que cada vez más se están demandando fuentes de proteínas alternativas.
Para los fundadores de Tebrio, Sabas de Diego y Adriana Casillas, su propuesta sería una forma ultraeficiente de alimentar a los animales y al mismo tiempo usar menos tierras cultivables. Ya que los insectos se crían en vertical, y al mismo tiempo necesitan mucha menos agua que cualquier otra plantación. “Con solo un 10% de proteína de insecto se liberarían millones de hectáreas de cultivo”, explicó Francisco García, director de comunicación de Tebrio, a ABC.
El tema de base
En un mundo en el que el consumo animal y el consumo humano entran en competencia por los recursos, proyectos como el de Tebrio encuentran terreno fértil.
Según las previsiones de las Naciones Unidas y de la FAO, faltarán 60 millones de toneladas de proteína, un 40% del total, para satisfacer la demanda esperada en 2030. Francisco García, director de comunicación de Tebrio, explica a ABC que esto hace que necesitemos ampliar, por un lado, la productividad y, por otro lado, el terreno de cultivo, dado que el 40% de estas tierras se destina a la producción de alimentos para animales.
Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) indica que los costos ocultos totales del sistema alimentario mundial suman 12,7 mil millones de dólares, aproximadamente el 10% del PIB mundial. En ese aspecto, la apuesta de Tebrio es revolucionaria, con una inversión de 30 millones en esta obra para obtener productos para la alimentación animal, comida de mascotas, agricultura y aplicaciones bioindustriales.
Menú alternativo
“Nosotros no pretendemos que la gente deje de comer carne o pescado para comer insectos. La alternativa que nosotros ofrecemos es un complemento a las otras fuentes de proteína que ya existen para alimentar a los animales. El problema de la carencia de proteínas es tal que no tendría ningún sentido dejar de consumir una para consumir otra. Necesitamos todas, animales y vegetales”, indicó García.
Y otro punto fuerte a su favor está en la velocidad a la que crecen los insectos, que alcanzan la madurez en días, en lugar de los meses o años que tarda el ganado, y pueden producir miles de crías.
100.000 toneladas
En la mega granja de Salamanca se planea aprovechar cada fase. En declaraciones a medios locales, García apuntó que el gusano de la harina pasa por un proceso de metamorfosis que tiene cuatro fases: huevo, larva, pupa y el imago o adulto. Aprovechando de cada estadío los diversos productos que se pueden obtener de este insecto: proteína, grasa, biofertilizante y quitosano.
Las larvas proporcionan proteínas de gran calidad y grasas no saturadas, Según García, tienen un perfil oleico, a medio camino entre el aceite de oliva y el aceite de girasol, en cuanto a aminoácidos y grasas saturadas. Así como un perfil linoleico que está también muy cerca de determinados frutos secos. Esa materia prima está destinada a la producción de piensos para la alimentación del ganado porcino y avícola.
Otro sector que está en el punto de mira de la compañía es la acuicultura. Frente a los caladeros de pesca tradicionales, la cría de peces en cautividad es esencial para poder seguir consumiendo pescado. Sin embargo, esta actividad resulta poco sostenible, porque su alimentación se basa en gran medida en harinas de pescado procedentes de especies como la anchoveta que incrementan el problema porque hacen falta cuatro kilos para producir uno.
El gusano de la harina, una vez adulto se transforma en un escarabajo. “Lo que nosotros extraemos de ahí es el exoesqueleto. Un caparazón con quitina que transformamos en quitosano que tiene múltiples aplicaciones bioindustriales. Este biopolímero no contiene ningún químico y se puede utilizar en la fabricación de plásticos biodegradables o en el tratamiento de aguas residuales, por ejemplo las de la minería”, explicó.
Eurogroup for Animals -una organización no gubernamental con base en Bruselas que busca mejorar el trato de los animales en la UE- afirma que en el año 2030 se criarán unos 50 mil millones de insectos, lo que convertirá a estos animales en el ganado más numeroso del mundo. Y como recuerda una de las fundadoras de Tebrio, Adriana Casillas, hasta lo más pequeño, como un insecto, puede marcar un punto de inflexión.
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