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Nguni: la raza de ganado que desafía el calor extremo en Argentina

Se trata de la raza de ganado Nguni, criada en Australia. Su capacidad para adaptarse a climas extremos abre puertas a productores argentinos.

En el suroeste de Australia, en una explotación experimental de la Universidad Murdoch, al sur de Perth, nació recientemente una nueva generación de terneros Nguni. A simple vista, este tipo de ganado puede parecer una novedad local, pero detrás se esconde una revolución silenciosa que podría impactar profundamente la ganadería mundial. Y, en particular, ofrece una oportunidad clave para países como la Argentina, cuya economía y cultura están profundamente ligadas a la producción bovina.

Los Nguni —una raza originaria del África Oriental— se están consolidando como una alternativa ganadera resistente, ecológica y adaptable. Criados durante siglos en entornos hostiles, estos animales reúnen características únicas: tolerancia al calor extremo, fertilidad en condiciones adversas, eficiencia alimentaria y una notable reducción en la emisión de gases contaminantes, especialmente metano. A medida que el cambio climático altera los patrones productivos tradicionales, y la sostenibilidad se convierte en un imperativo, los Nguni están ganando atención como una posible "raza del futuro".

Ganado con resistencia natural y eficiencia ecológica

Según el Dr. Pete Irons, especialista en reproducción animal y líder del equipo de investigación en la Universidad Murdoch, el ganado Nguni posee una serie de adaptaciones fisiológicas que lo distinguen de otras razas europeas, como el Angus o el Hereford, dominantes en los mercados actuales.

“Son extremadamente eficientes en el uso de los recursos. Su capacidad para conservar y reciclar nitrógeno es muy avanzada. Eso los hace no solo más ecológicos, sino también más económicos para el productor”, afirma Irons.

Una de sus particularidades más notables es la presencia de una sustancia aceitosa en la piel que refleja los rayos solares. Esto, sumado a su habilidad para regular la temperatura corporal, los hace especialmente aptos para zonas propensas a olas de calor y sequías, como el oeste australiano… y buena parte de la Argentina.

En la Argentina, el aumento de temperaturas, la mayor frecuencia de sequías y la presión internacional por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero están desafiando el modelo ganadero tradicional. El país, históricamente asociado con la calidad de su carne vacuna, enfrenta el reto de reconvertir su producción sin perder competitividad.

En este contexto, el ganado Nguni podría representar una valiosa adición al ecosistema ganadero nacional, particularmente en regiones áridas como el noroeste o la región chaqueña. Su rusticidad y capacidad de supervivencia sin grandes requerimientos nutricionales lo posicionan como una opción ideal para explotaciones más extensivas, con baja disponibilidad de agua o forraje.

Además, sus menores emisiones de metano —comparadas con razas tradicionales— encajan con los nuevos estándares ambientales que la industria cárnica enfrenta. Aunque la industria de la carne roja australiana abandonó recientemente su ambicioso objetivo de emisiones netas cero para 2030, la presión global por una ganadería más sustentable no cesa.

"Usar razas con genética adaptativa como los Nguni es una forma concreta de avanzar hacia modelos más amigables con el medio ambiente", señala Irons. “Todo lo que podamos hacer para reducir las emisiones sin sacrificar productividad es fundamental”.

Una raza para sistemas sustentables

El criador australiano Ed Rous, uno de los principales promotores de la raza en Oceanía, destaca su adaptabilidad no solo al clima, sino también a sistemas de producción alternativos. “Los Nguni son ideales para operaciones agroecológicas, donde se busca valor agregado vendiendo carne de calidad directamente del campo. Su tamaño moderado, su buena carne y su bajo impacto ambiental los hace muy versátiles”, explica.

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La producción ganadera con Nguni es una forma concreta de avanzar hacia modelos más amigables con el medio ambiente.

La producción ganadera con Nguni es una forma concreta de avanzar hacia modelos más amigables con el medio ambiente.

En efecto, aunque el mercado global todavía se inclina por razas de mayor porte y rendimiento como el Angus, los productores están comenzando a explorar alternativas para diversificar su oferta. En ese camino, el Nguni aparece como una raza “dada por Dios”, como la describe Rous, especialmente en contextos donde la eficiencia y la sostenibilidad son clave.

Aunque su tamaño es menor al de razas comerciales tradicionales, la carne del Nguni es valorada por su sabor, textura y terneza. En sistemas de producción integrados, donde se prioriza la calidad por sobre la cantidad, los Nguni tienen mucho que ofrecer.

Además, su rusticidad implica menores costos veterinarios: son resistentes a enfermedades comunes, incluidas las transmitidas por garrapatas, y presentan alta fertilidad incluso en condiciones extremas.

Para países como Argentina, que cuentan con zonas de producción marginal que hoy están subutilizadas o requieren alto gasto en infraestructura para mantener razas europeas, el Nguni podría representar una herramienta estratégica para ampliar la frontera productiva sin aumentar la presión ambiental.

El desafío de la aceptación y el mercado

Sin embargo, el gran desafío sigue siendo la adopción a gran escala. Como señala Caitlin Cooper, estudiante de veterinaria en Murdoch y parte del proyecto de investigación, “el ganado Nguni necesita ser más conocido. La información científica es clave para que los productores pierdan el miedo a lo nuevo y vean sus ventajas”.

En la Argentina, donde la tradición ganadera pesa fuerte, la introducción de nuevas razas suele ser un proceso lento. Sin embargo, ya existen antecedentes exitosos de adaptación de razas no convencionales, como el Brahman o el Bonsmara, que encontraron nichos productivos viables. Con una política adecuada de divulgación, incentivos a la innovación y ensayos regionales, el Nguni podría abrirse camino en el campo argentino.

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En un mundo en el que el clima cambia más rápido que los sistemas productivos, mirar al pasado —a razas que evolucionaron durante siglos en condiciones extremas— puede ser la clave para diseñar el futuro de la ganadería.

El Nguni, con su herencia africana, su eficiencia ecológica y su rusticidad, ofrece una respuesta concreta a muchos de los desafíos que enfrentan hoy los productores. Tanto en Australia como en Argentina, representa una oportunidad para replantear el modelo ganadero, hacerlo más resiliente, más sustentable y también más rentable. En palabras de Cooper, “realmente son los supervivientes definitivos. Y el futuro necesita sobrevivientes”.

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