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Se viene un boom de precios: por qué en 2026 faltará más carne

El ajuste de producción en Estados Unidos y Brasil, sumado a la persistente demanda europea, proyecta un nuevo ciclo alcista en la carne vacuna.

Rafael Tardáguila es uruguayo, ingeniero agrónomo, director del grupo Tardáguila Agromercados y editor de World Beef Report, una publicación de referencia en los mercados cárnicos internacionales. Por su contacto diario con jugadores globales del negocio y su participación de años en las ferias internacionales más importantes del mundo, como Anuga (Alemania) o SIAL Shanghai, dialogó con +P sobre los sacudones del negocio internacional de la carne en 2025, las perspectivas para 2026, el cambio de tendencia en cuanto a la percepción de la carne bovina, las fortalezas y debilidades de la carne argentina en el mercado internacional, la oportunidad que se abre para el Mercosur, la vacunación contra la aftosa y la exportación de ganado en pie.

—Este año el comercio internacional se ha visto muy sacudido, especialmente por la avanzada arancelaria de Donald Trump y la respuesta de China, batalla que ahora parece haberse apaciguado. ¿Cómo han afectado el negocio de la carne vacuna estas medidas?

—Creo que lo que más ha traído todo esto es incertidumbre, y ante la incertidumbre sobre cómo van a ser las reglas de juego, la actitud lógica del comprador es comprar lo más corto posible para no quedar calzado hacia adelante. Por ejemplo, en estos momentos, las ventas de carne a Estados Unidos están exactamente en las mismas condiciones que antes de lo que Trump llamó el Día de la Liberación (el 2 de abril), cuando puso aranceles del 10 % generalizados, y además un arancel punitivo a Brasil del 40 %. Luego, sacó el 10 %, y poco después el 40 % a Brasil. Pero en todo ese tiempo, los importadores compraron lo mínimo indispensable, como para no quedar con stocks caros si bajaban nuevamente los aranceles, como finalmente ocurrió. Por otra parte, China iba a anunciar una salvaguarda el 26 de noviembre, lo que también generó incertidumbre y retrajo el mercado chino durante las semanas anteriores, pero postergó nuevamente la definición por dos meses. Supongo que, de ahora en adelante, el mercado va a tender a normalizarse. Y ahí la principal fuerza es que sigue habiendo poca carne vacuna en el mundo, y por eso el mercado está caro.

—¿Cómo ven a la Argentina como proveedor de carne en los mercados internacionales?

—La Argentina tiene una enorme reputación en el mercado internacional, sobre todo en el mercado europeo, que compra cortes de valor. Ahí, la marca Argentina tiene un peso de por sí, por tratarse de un producto con una amplia tradición y con aspectos cualitativos muy ponderados en cuanto a su calidad. No pasa lo mismo con Estados Unidos, que básicamente importa commodities, carne magra para mezclar con los excesos de grasa que salen de sus corrales de engorde para hacer hamburguesas. Ahí, pelear por un valor más alto es mucho más difícil. Pero en mercados como Europa, fundamentalmente, la marca Argentina tiene un valor claro, fundamentalmente en Alemania.

—Los uruguayos muchas veces bromean con que le deben un monumento a los Kirchner porque provocaron una caída en la producción y exportación de carne argentina que benefició a la uruguaya. ¿Qué está ocurriendo hoy?

—Uruguay ha logrado posicionarse en el mercado internacional como un proveedor más confiable que la Argentina, y mucho tiene que ver con eso. Esto se percibe, por ejemplo, en las cuotas arancelarias de la UE: en la Hilton, que incluye fundamentalmente los cortes del rump and loin (lomo, bife angosto y cuadril) de animales terminados a pasto, la Argentina tiene un precio por tonelada alrededor de 1.000 dólares por encima del uruguayo. En la Cuota 481, que es de carne de animales terminados en corrales de engorde, con un mix mayor de cortes, Uruguay suele lograr un valor medio más alto que la Argentina, y eso se debe a que los exportadores uruguayos son consecuentes, cumplen lo que dicen. En cambio, con los cierres y demás medidas restrictivas para la exportación de carne de los gobiernos kirchneristas, la Argentina incumplió muchas veces. Y también, según importadores europeos, hubo casos de exportadores argentinos que, si el mercado interno pagaba mejor, preferían colocar la mercadería allí y no les cumplían lo pactado. La confiabilidad, obviamente, termina repercutiendo en el valor de mercado.

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La reducción de stock en los principales productores y el aumento de la demanda internacional configuran un mercado tensionado para 2026.

La reducción de stock en los principales productores y el aumento de la demanda internacional configuran un mercado tensionado para 2026.

—¿Cree que la Argentina podrá recuperar los clientes europeos que perdió en esa época?

—Creo que sí, porque la marca Argentina tiene un valor muy grande. En Alemania, sobre todo, los restaurantes que se precian de vender buena carne explicitan en el menú “Argentinian beef”, el origen argentino de la carne como cualidad de valor per se.

El debate sobre la vacunación contra la aftosa

—Recientemente, un dirigente de su país dijo en el Congreso Ganadero del RosGan que Uruguay ni se plantea dejar de vacunar contra la aftosa. ¿Podría explicar esa decisión?

—Creo que es una decisión muy clara, producto de un balance entre los riesgos que se corren por dejar de vacunar y los mercados que se pierden por ser “libre de aftosa con vacunación”, que es la categoría que tiene Uruguay. Antes, cuando esta categoría no existía, había dos mercados claramente diferenciados: el libre de aftosa y el aftósico. Ahora, con la categoría de “libre de aftosa con vacunación”, se puede ingresar a mercados exigentes sin correr el riesgo de tener el ganado sin inmunidad. Uruguay tiene acceso a mercados de lo más exigentes como Japón y Corea. Es cierto que no puede enviar allí cortes con hueso, pero sí carne desosada, que es la mayoría de lo que se comercializa en el mundo. Envía a esos países volúmenes reducidos, pero porque tienen aranceles muy altos. Pero, retomando la pregunta, los últimos casos de aftosa en Uruguay fueron en 2001, como en la Argentina, y la crisis que se generó en el sector fue tremenda. De modo que los beneficios adicionales de dejar de vacunar son muy relativos respecto de las condiciones de acceso a mercados que Uruguay goza.

—¿Y cómo ve que Brasil deje de vacunar y la Argentina esté aparentemente yendo en la misma dirección?

—Lo veo como un riesgo, resultado de una presión fundamentalmente del sector porcino brasileño. Brasil tiene un rodeo de más de 200 millones de bovinos y fronteras muy difíciles con Venezuela, con Colombia, con Bolivia incluso. El riesgo que va a estar corriendo la ganadería brasileña es grande. Paraguay está evaluando avanzar en el mismo sentido, y Bolivia también. Y la Argentina también lo podría hacer. Si toda la región queda finalmente libre de aftosa, bueno, quizás a Uruguay no le quede otra que recorrer ese mismo trayecto y avanzar hacia dejar de vacunar. Pero eventualmente sería como consecuencia de que toda la región haya tomado ese camino, y de que después de algunos años sin inmunidad en los rodeos de todo el continente no haya aparecido aftosa, porque ya no tendría sentido la vacunación. Mientras tanto, yo creo que hay que seguir vacunando.

—La Argentina autorizó este año la exportación de ganado en pie, aunque aún no se realizaron operaciones. Uruguay tiene aceitado ese negocio. ¿Cree que el reciente rechazo de un barco con animales por parte de Turquía puede ponerlo en jaque?

—Turquía no va a cerrar el mercado porque necesita mucho el ganado. Es un país que tiene muy protegido al sector frigorífico y pone aranceles altísimos para la importación de carne, pero el precio de los animales para faena allí está por las nubes, arriba de los 10 dólares el kilo carcasa. Entonces va a precisar seguir importando animales. Sin dudas, lo que pasó con ese barco fue lamentable: un problema con las certificaciones, con la identificación de los animales, que no fueron reconocidos por el importador cuando llegó a destino, y tuvo al barco varado en las afueras del puerto de Turquía durante algunas semanas, lo que determinó la muerte de varios animales. Sin duda fue una muy mala prensa para la exportación de ganado en pie desde Uruguay, por lo que significa para el bienestar animal y por los costos que implica para el negocio también. Era la primera exportación de esa firma, que no creo que haga más por el momento. Pero Uruguay tiene aceitado este negocio: salen entre 200.000 y 400.000 vacunos por año, y es una herramienta esencial para garantizarle al sector criador —que es el eslabón más débil de la cadena— que, si no hay buenas condiciones para la colocación del animal en el mercado interno, lo va a poder colocar en el mercado internacional. Creo que lo mejor que puede pasar es que la exportación de ganado en pie esté abierta y que no se exporte ningún animal, que todos se terminen en el mercado interno. Pero si el mercado internacional paga más que el mercado local, bueno, está bien que haya una salida que le dé a la máquina de producción, que es la cría, las garantías suficientes como para apostar a invertir y a intentar sacar más terneros todos los años.

—¿Cree que dejó de tener “mala prensa” la carne?

—Toda esa onda negativa que hubo sobre el consumo de carne, que hacía mal y qué sé yo, se revirtió, y ahora se instaló algo que parece mucho más lógico y razonable para un omnívoro como el ser humano: que la carne es buena para la salud y es absolutamente esencial en los primeros años de vida, por el aporte de hierro y un contenido calórico y energético que no brinda otro alimento. Esto los consumidores, sobre todo las generaciones más nuevas, lo tienen presente, y consumen carne en mayor proporción que antes.

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Turquía no va a cerrar el mercado porque necesita mucho el ganado.

Turquía no va a cerrar el mercado porque necesita mucho el ganado.

—¿Qué se puede esperar para 2026 en el mercado internacional?

—En 2026 va a seguir faltando carne en el mercado internacional, incluso va a faltar más carne, así que se puede esperar un mercado muy firme. Estados Unidos tiene un faltante enorme, y eso se refleja en los precios, más allá de que, desde que Trump dijo que los precios de la carne estaban muy caros, hubo una baja bastante sensible en el valor de venta de los feedlots a los frigoríficos. De todas maneras, los precios están en niveles altos, arriba de los 7 dólares el kilo carcasa. Y en Europa, el mercado es un fuego, en torno de los 8,5 dólares el kilo carcasa. Desde algunas burocracias europeas se han tomado medidas para reducir la producción de carne, aduciendo impactos negativos sobre el clima; pero eso redujo la producción, no la demanda del producto, entonces el precio creció muchísimo. Con la mala prensa que tuvo la carne dejada de lado, se está favoreciendo el consumo de un producto que el año que viene se va a producir en menor cantidad todavía, porque va a bajar la producción de Estados Unidos, va a bajar la producción de Brasil, quizás también la de Argentina. O sea, el mundo está muy necesitado de esta proteína animal y va a haber un faltante en el mercado internacional. El gran cambio que se dio en 2025 fue que el motor dejó de ser China y pasó a ser Estados Unidos, acompañado por Europa, y creo que es lo que va a seguir pasando en 2026, porque allí es donde están los mayores faltantes de carne. Primero Estados Unidos; en un segundo escalón, Europa; y en un tercer escalón, China, que va a tener que acompañar los precios altos que pagan los otros compradores para no quedarse sin carne.

—¿Cómo ve que impacte esto en el Mercosur?

—El Mercosur es la principal región proveedora de carne vacuna del mundo, por lejos. En ese comercio internacional pujante que se presenta, se puede prever interés comprador y precios favorables para el vendedor. Esto más allá de que, en cada país exportador, la ecuación se hace en base al precio de compra de hacienda de los frigoríficos y el precio de venta de la carne, ¿no? Ahí se ve quién sale más favorecido, si el frigorífico o los productores ganaderos. Pero lo que parece bastante claro, en las actuales condiciones del mercado internacional y con las actuales reglas de juego, es que, frente a una elevada demanda de carne desde el mercado internacional, habrá mucho interés por el producto del Mercosur y a precios firmes. Creo que en 2026 los precios estarán un escalón más arriba que los de 2025 o, como mínimo, iguales.

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