Parte II

Cómo se transformó el negocio del vino

¿Cuál es el futuro de los vinos argentinos? Ya les mostramos una verdadera radiografía del consumo en la Parte I, Ahora les contamos cómo evolucionó el consumo en relación a la venta por catálogo, el nivel de precios y las exportaciones.

Parte I

Hay un fenómeno global innegable: los vinos de lujo se producen en cantidades menores que los millonarios que los compran y los beben. De forma que, con el correr de los años, aumentan de precio sin techo. Pero si unos suben, se abren oportunidades para otros. Ese es el razonamiento que los comerciantes de La Place de Burdeos pusieron sobre la mesa.

Si Burdeos no alcanza a cubrir la demanda, hay que ofrecer otros vinos. A esa categoría le llamaron, muy afrancesadamente, “beyond Burdeos”: vinos que tienen prestigio, que se elaboran en cantidades acotadas pero que no vienen de Burdeos y que los comerciantes que ya tienen aceitado el negocio del lujo pueden proponer.

Así, desde 2019 algunos vinos argentinos llegaron a La Place y comenzaron a abonar un creciente prestigio sobre los vinos nacionales. Hoy hay una decena que es vendida por los Négociant a todo el mundo, con precios de más de u$s100. Algunos de los más renombrados son Cheval des Andes, Nicolás Catena Zapata, Adrianna Vineyard Mundus Bacilus Malbec, Viña Cobos Malbec y Zuccardi Canal Uco.

Exportaciones

“Nos caemos en picada”, titulan los medios sobre el negocio del vino, sin reparar en dos detalles que indican un proceso virtuoso. Uno, el volumen que se exporta hoy es menor que en 2020 y 2021 (que fueron récord de consumo en el mundo debido a la pandemia), pero es igual a 2018, que a su vez es igual a 2013. Es decir, sin grandes variaciones de mediano plazo.

Dos, que medido en divisas, es decir, en la cantidad de dinero que generaron, aún cuando los volúmenes cambiaron mucho, desde 2013 las exportaciones de vino estuvieron en el mismo orden, con la salvedad de que la pandemia las empujó al alza.

La lectura es que no se movieron las cosas y eso tiene una segunda y más profunda revelación: no crecer es perder oportunidades. Pero en eso la macroeconomía no le ha dado los mejores años al negocio del vino. Con todo, la transformación de la matriz ha sido importante: se exporta a precios más altos, con mejores vinos y marcas que consolidan sus posiciones.

En 2013 el precio promedio FOB de la caja de 12 botellas era de u$s2,78; en 2023 (con datos preliminares) es de u$s3,41. El principal mercado es Estados Unidos (28,7%), que ya lo era en 2013, seguido por Reino Unido (13%), Brasil (11%) y Canadá (6,1%).

En estos 10 años, sin embargo, desde Vinómanos fuimos testigos de cómo se consolidó una posición a nivel global y de cómo mutó en matriz. En todo caso, con el paso del tiempo algo termina quedando en evidencia: el negocio no se ajusta claramente a los números. En los próximos años podrían coincidir las expectativas con la realidad. Por ahora no están en la misma vía.

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El negocio de venta al exterior ha requerido una enorme convicción por parte de las bodegas

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Clubes de vinos & venta por catálogo

En la década que llevamos online nos tocó asistir a una transformación sustancial de un modelo de negocios: mientras que el histórico Club del vino quebraba en 2015, el Club Bonvivir llegaría a consolidarse como el líder de la categoría.

A nuestro modo de ver, ese desplazamiento representa también algo que le sucedió a los consumidores. El primero fue la plataforma con la que se formaron miles de fans, que descubrieron variedades y estilos de la bebida nacional, siempre con las etiquetas blancas del Club del vino.

El segundo capitalizó el crecimiento del consumidor y la amplitud de marcas, y se proyectó como un retail que hace curaduría. Y esa es la palabra clave para entender lo que pasa hoy en el negocio: sea la vinoteca, la venta por catálogo (una novedad reciente, como la que encarna Sociedad del Vino) o los clubes de vino, frente a la atomización de marcas, el curador es la clave del valor de cara al consumidor.

En ese marco es que se inscriben los incipientes clubes de vinos de algunas vinotecas y distribuidores, de la que Aldo’s es un buen ejemplo. En los años que vienen esa tendencia parece reafirmarse cada vez con mayor valor, aún cuando sean varios jugadores quienes la representen.

La segmentación de precios

En la última década el fenómeno de los precios del vino –más allá de la inflación– siguió una lógica ascendente. Hace 15 años, por ejemplo, un vino argentino de u$s100 en el marco local (e internacional) era un caso raro, una botella entre miles que podía aspirar a un rango de elite. Hoy hay una buena cantidad de vinos que ya escalan a más de u$s200, y una elite que trepa hasta los u$s300.

Ese es un fenómeno mundial del que Argentina no es ajena, y está bien representada. Domésticamente, lo que sucede es que el vino se coló entre los consumos suntuarios de la alta sociedad que, en el pasado, se nutría de importados. Algunas botellas con prestigio internacional ocuparon ese lugar. Y así se consolidó una singularidad en materia de precios: la góndola se estiró desde los u$s1,5 a los u$s350 y un poco más para el vino argentino.

Especial 10 AÑOS DE VINÓMANOS

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