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El drama de producir sin agua en Picún Leufú: testimonios en primera persona

¿Puede un pueblo sobrevivir sin agua? En Picún Leufú, la producción resiste entre fallas de bombeo, altos costos y un reclamo urgente de soluciones.

La relación de Picún Leufú con el agua parece signada por la adversidad. Desde la reubicación forzada de comunidades en los años 70 —debido a la creación del complejo hidroeléctrico del Comahue— hasta la profunda escasez hídrica actual, el escenario es crítico. Esta falta de recurso pone en peligro los cultivos de decenas de productores que hoy reclaman soluciones urgentes.

El equipo de +P viajó a Picún Leufú, recorrió sus calles y dialogó con los protagonistas de esta crisis. Sus testimonios reflejan una realidad angustiante: “Me afecta que Picún no crezca”, “el problema del agua es una cuestión política”, “uno quiere progresar, pero el agua no alcanza”, “venimos de fracaso en fracaso”.

A continuación, los testimonios en primera persona:

Pablo Suárez: “Me afecta que Picún no crezca y que no exista una perspectiva de desarrollo. Con el diseño actual del sistema de bombeo, le pusieron un techo a la expansión territorial de la producción en nuestra localidad”.

José Sandoval: “Enfrentamos un doble problema. Produzco alfalfa y algunas hortalizas, pero tengo que regar con motobomba porque el caudal no es suficiente. Por ejemplo, recién hoy habilitaron el agua después de un mes de corte”.

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El costo de producir: facturas de luz de $400.000 para bombear agua en un valle que espera obras urgentes.

El costo de producir: facturas de luz de $400.000 para bombear agua en un valle que espera obras urgentes.

Cristian Delgarejo: “Estoy en la zona del rebombeo, que es el área más crítica. El problema radica en una falta de decisión política; varios gobiernos no tomaron la cuestión con seriedad. Podemos aportar todo el esfuerzo y el capital, pero sin el respaldo del Estado no podemos avanzar”. “Acá el sistema es muy diferente al del Valle. Producimos hortalizas y fruta fina mediante goteo o bombas, lo que implica un costo extra. Es una lástima, porque tenemos un mercado regional muy atractivo para comercializar, pero sin apoyo gubernamental cuesta mucho sostenerse”.

Camila Contreras: “También nos frena una cuestión cultural: la mayoría de los productores se limita únicamente a la alfalfa. Sin embargo, se empieza a notar un cambio; hay quienes buscan transformar esa producción en carne para generar valor agregado”. “Pertenecemos a un consorcio de riego al que le pagamos un canon, pero a su vez debo regar con una bomba eléctrica extrayendo agua de mi propio pozo. Es un costo operativo adicional que impacta directamente en el precio del producto final”.

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Canales vacíos bajo la sombra de las represas: la paradoja hídrica que frena el desarrollo de Picún Leufú.

Canales vacíos bajo la sombra de las represas: la paradoja hídrica que frena el desarrollo de Picún Leufú.

Daniel Coila: “Soy uno de los productores más chicos, tengo solamente 4 hectáreas donde hacemos alfalfa, fruta y algo de ganadería. Como alimentamos a los animales con lo que producimos, a veces no logramos completar el ciclo anual por la falta de agua. Tenemos muy pocos cortes de alfalfa por temporada”. “El año pasado solo tuvimos cuatro riegos, cuando lo ideal sería tener entre seis y siete. Estamos limitados por las bombas, los cortes de luz y las fallas en los transformadores; incluso el viento interrumpe el servicio. El sistema de bombeo actual ya no alcanza. Hace 27 años tal vez sobraba capacidad, pero hoy la superficie a regar es mayor y todos queremos progresar”.

José Rojas: “Llegué al Valle de Picún Leufú hace 35 años atraído por la pesca. Aquí se da otra particularidad negativa: la mayoría de las tierras son tenencias y regularizarlas es un proceso sumamente burocrático. Cuando inicié los trámites por las mejoras en mi terreno —un algarrobal que desmonté a mano— me dijeron que era un ‘intruso’”. “Muchas veces, quienes diseñan las obras no conocen el territorio y cometen errores que repercuten en el productor que espera el agua. Por eso venimos de fracaso en fracaso. Tengo 2.000 plantas de cereza, además de almendros, nogales y fruta fina; para poder regar solo una parte de la plantación, me llegó una factura de luz de $400.000”.

Picún Leufú habita una paradoja que lacera: sobrevive a la sombra de los colosos hidroeléctricos que iluminan a la Argentina, mientras sus propios canales se agrietan bajo un sol que no perdona. El "techo" que denuncia Pablo no es una figura retórica; es el peso de una infraestructura que quedó anclada en el siglo pasado y de facturas de energía que devoran la rentabilidad. En este rincón de Neuquén, un transformador que se rinde es mucho más que una avería técnica: es la savia que deja de correr, es un fruto que se apaga antes de nacer y es el cansancio que se instala en la mirada de productores de manos curtidas. Al final del día, la lucha en estas tierras nos recuerda una verdad patagónica ineludible: el agua no solo nutre el surco, sino que es el recurso sagrado que riega la resiliencia y el derecho al arraigo.

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