Así es el protocolo entre China y Argentina que regula la importación de peras y manzanas
La llegada de peras al mercado interno de Argentina genera incertidumbre en la actividad. Punto por punto que dice el protocolo.
En un paso clave para fortalecer los lazos comerciales entre Asia y América del Sur, China y Argentina formalizaron un protocolo fitosanitario bilateral que permitirá la exportación de fruta fresca de pera y manzana de origen chino hacia el mercado argentino. El acuerdo, firmado por autoridades sanitarias de ambos países, representa un avance significativo en el comercio agrícola y en el control conjunto de riesgos fitosanitarios.
El documento, titulado oficialmente "Protocolo de Requisitos Fitosanitarios para la Exportación de Fruta Fresca de Pera y Manzana Origen China a la República Argentina", fue rubricado entre el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) de Argentina y la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena de la República Popular China (AQSIQ). Este protocolo establece una serie de procedimientos y exigencias técnicas para garantizar que las frutas lleguen al país sudamericano libres de plagas y enfermedades de interés cuarentenario.
El protocolo es resultado de un prolongado proceso de análisis técnico y evaluaciones de riesgo fitosanitario entre ambas naciones. En este marco, se contemplaron inspecciones in situ, intercambios de información científica y rondas de diálogo entre expertos, con el objetivo de proteger los cultivos locales argentinos sin obstaculizar el comercio legítimo. Las especies autorizadas para exportación bajo este acuerdo son la manzana (Malus domestica) y diversas variedades de pera, incluyendo Pyrus bretschneideri, Pyrus pyrifolia y otras del grupo Pyrus sp. Nr. Communis.
Estricto protocolo
Una de las principales exigencias del protocolo es que la fruta fresca debe estar completamente libre de plagas cuarentenarias para Argentina. Entre las plagas de mayor preocupación se encuentran la mosca de la fruta oriental (Bactrocera dorsalis), la polilla de la fruta de Manchuria (Cydia inopinata) y la roya de los árboles (Gymnosporangium asiaticum). Para evitar su introducción, se ha establecido un sistema de monitoreo exhaustivo en los huertos chinos registrados.
En particular, para la mosca de la fruta oriental se requiere que el área de producción cuente con estatus de “área libre de plagas” o que esté sujeta a un sistema riguroso de monitoreo con trampas, que incluye al menos una trampa por kilómetro cuadrado y revisiones mensuales, con inspecciones quincenales por parte de AQSIQ durante el período crítico (junio a septiembre).
Para otras plagas, como Cydia inopinata, se exigen medidas específicas como el embolsado de los frutos, que deben permanecer protegidos hasta, como mínimo, cuatro semanas antes de la cosecha. También se puede aplicar control químico o inspección de campo como medidas adicionales de prevención.
Las explotaciones frutícolas y plantas empacadoras deben estar registrados y autorizados por AQSIQ, y designados por SENASA. Además, deben implementar un sistema de manejo integrado de plagas bajo supervisión permanente. Durante el proceso de empaque, la fruta será clasificada y revisada para garantizar la ausencia de insectos, ácaros, restos vegetales y tierra, así como para asegurar condiciones sanitarias óptimas.
El protocolo también exige que las frutas sean transportadas bajo tratamiento de frío comercial y almacenadas en cámaras diferenciadas para prevenir recontaminaciones.
Certificación y control en destino
Una vez que se completa la inspección fitosanitaria en origen, AQSIQ debe emitir un Certificado Fitosanitario, que incluye una muestra representativa del 2% de cada envío. Este certificado debe confirmar que las frutas cumplen con todos los requisitos estipulados y especificar tanto el lugar de producción como la empacadora correspondiente.
A su arribo a Argentina, SENASA verificará los documentos, la integridad del etiquetado, y realizará su propia inspección cuarentenaria. Cada caja deberá contar con marcas en inglés que indiquen el número de registro del huerto y empacadora, mientras que cada paleta debe llevar el sello "For the Argentine Republic".
En caso de detectarse plagas cuarentenarias, el protocolo es tajante: la carga será rechazada o destruida, y SENASA notificará de inmediato a las autoridades chinas, quienes deberán implementar medidas correctivas. Si la fruta proviene de huertos no autorizados, también será rechazada. En situaciones críticas, se puede suspender temporalmente la exportación desde áreas afectadas.
¿Falta de reciprocidad?
Pese a la apertura que este acuerdo representa para los productos frutícolas chinos, el protocolo no contempla la reciprocidad para la fruta argentina, es decir, las peras y manzanas argentinas aún no pueden ingresar a China bajo condiciones similares. Esta situación ha generado malestar en sectores productivos del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, quienes reclaman igualdad de condiciones y un acceso justo al mercado chino.
Empresarios y cámaras regionales insisten en que Argentina cuenta con estándares fitosanitarios de calidad internacional, y denuncian que las trabas a la exportación de sus frutas a China son más políticas que técnicas. Empresarios del Valle aseguran que la falta de un protocolo recíproco limita las oportunidades de expansión en uno de los mercados más grandes y en crecimiento del mundo.
Desde SENASA y Cancillería aseguran que las negociaciones para lograr un acuerdo de apertura mutua continúan abiertas, pero el proceso avanza lentamente. Mientras tanto, el ingreso de fruta china al mercado argentino ya es una realidad.
El acuerdo incluye la posibilidad de que SENASA envíe misiones técnicas a China para auditar los sistemas de producción, monitoreo e inspección en origen. Los costos de estas visitas serán asumidos por la parte china. Asimismo, las listas de plagas y medidas cuarentenarias están sujetas a revisión y actualización conjunta, en función del análisis continuo de riesgo fitosanitario (PRA).
El protocolo, que entró en vigor el 16 de noviembre de 2004 y se ha renovado anualmente desde entonces, refleja el interés mutuo por consolidar un comercio agrícola transparente y seguro. Sin embargo, la asimetría actual en el acceso a los mercados pone en evidencia un desafío pendiente en la relación bilateral.
Con este paso, China y Argentina continúan construyendo un puente de cooperación técnica en materia agrícola. Pero la apertura debe ser equitativa para ser sostenible en el tiempo, advierten los productores locales, que aguardan que el fruto de este entendimiento no sea solo para un lado.
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