La sidra busca romper con su estacionalidad en el mercado
La comercialización de la sidra tiene mayormente un mercado acotado en la Argentina: el período de las fiestas. En otros países, se vende en gran parte del año.
Los países presentan distintos modos y patrones al momento de decidir qué lugar le otorgan al consumo de sidra. Mientras que en la Argentina todavía existe una tendencia a circunscribir el consumo casi exclusivamente a las épocas festivas -Navidad, Año Nuevo o a algún aniversario-, en otras regiones su nivel de aceptación se expande y logra constituirse en una bebida de consumo masivo que se extiende regularmente a lo largo del año.
Nuestro país presenta grandes picos de consumo durante el verano, y más específicamente durante las fiestas navideñas. La sidra no logra consolidarse como un producto demandado a lo largo de todo el año, pese a que su precio es relativamente bajo en comparación con el de otras bebidas alcohólicas.
Lo que se traduce, en pocas palabras, en que el mercado de la sidra debe intentar romper el “techo de cristal” que le impone la estacionalidad de su consumo. Sortear esta barrera cultural le significará al producto posicionarse como un competidor relevante y así poder extender su volumen de ventas a lo largo de todo el año.
La potencialidad del mercado demuestra aristas interesantes, sobre todo si al analizar los datos se infiere que en promedio un argentino tiende a consumir menos de un litro de sidra al año. Este nivel de consumo resulta escueto si se compara con el consumo per cápita de otros países, en donde Inglaterra lidera el ranking con una media de 14,5 litros anuales por habitante y España duplica a nuestro país con un consumo del orden de los 2,3 litros anuales por habitante (Panorama internacional de la sidra, Villarreal y Malaspina, 2020).
No obstante, para potenciar el mercado primero se deben tener en consideración algunas observaciones que resultan determinantes: su materia prima -manzana- es cosechada en marzo, mientras que el grueso del consumo de sidra se realiza recién entre noviembre y febrero, lo cual supone una desventaja por el esfuerzo financiero que esto implica para los fabricantes de la bebida.
Otro dato importante es que los mercados masivos de consumo se localizan en zonas urbanas muy distantes a los puntos de producción de caldo de sidra, etapa asociada geográficamente a la materia prima. Razón por la cual, muchas marcas importantes del rubro realizan los procesos de fermentación en el Valle pero luego la etapa de embotellado se efectúa en regiones cercanas al AMBA, o área metropolitana.
Además de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de los distritos que componen el conurbano bonaerense, la sidra también es consumida y tiene gran aceptación en las ciudades de Córdoba y de Rosario.
En otro orden, la necesidad de seducir a los consumidores parece ser una de las condiciones críticas que debe atravesar el sector. No sólo con la aplicación de nuevos formatos que buscan abrir una brecha entre los consumidores más jóvenes, también se deben desarrollar campañas destinadas a fidelizar a un público femenino que en distintos puntos del mundo prefieren el sabor dulce de la sidra por sobre otras bebidas alcohólicas como, por ejemplo, la cerveza. En este segmento existe una oportunidad sobre la cual hacer crecer la demanda del producto, sobre todo si se tiene en cuenta que a nivel internacional el 55% de las consumidoras de sidra son mujeres, y la mayoría con un promedio de menos de 30 años de edad (Villarreal, Malaspina, 2020).
En ese sentido se destacan en el mercado local algunas propuestas novedosas, tales como latitas de sidra o la sidra de pera, que dejan entrever que las empresas están percibiendo e intentando dar respuesta a las nuevas tendencias de la demanda.
Consumo por habitante
Se calcula que en forma anual la industria de la sidra produce en promedio 50 millones de litros (Malaspina, Villarreal, 2022) y de ese total unos 7 millones de litros se exportan a otros países (INDEC, 2023).
A partir de este cálculo se puede inferir que al mercado interno se destinan aproximadamente 43 millones de litros. Lo que permite señalar que el consumo per cápita anual no supera el litro de sidra por habitante.
Hay claras diferencias entre la sidra que consumimos en nuestro país y la que puede fabricarse en otras partes del mundo. La laxitud en términos de confección del producto se desprende de la definición menos restrictiva que la denominación de la sidra presenta a nivel mundial.
Lo que equivale a decir que lo que para nuestra legislación y nuestro paladar es una sidra, en otros países puede ser un producto que se llame igual pero con un gusto o una elaboración diferente. Por caso, no es lo mismo consumir una sidra argentina que una sidra vasca.
Código Alimentario Argentino
El Código Alimentario Argentino define a la sidra como un producto que se obtiene exclusivamente de la fermentación alcohólica normal del jugo recién obtenido de manzanas sanas y limpias de uso industrial, con o sin la adición de hasta un 10% de jugo de pera obtenido en idénticas condiciones que el jugo de manzana y fermentado en forma conjunta o separada. En esta bebida, la graduación alcohólica mínima permitida es 4,5 ± 0,3 % v/v.
* Ingeniera agrónoma. Directora de la consultora Grupo Floema.
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