Preocupación por los daños de la nueva plaga que afecta a frutales
Son millonarios los daños que está generando esta plaga. Se trata de la cotorra, que tuvo un crecimiento poblacional exponencial en los últimos años.
Los reclamos de los productores frutícolas no son escuchados y la plaga avanza sobre la región. La cotorra (Myiopsitta monachus) es una especie nativa que ya es considerada 'plaga' para la agricultura en la pampa húmeda a causa de los daños que genera en los cultivos extensivos. Hace años que ya está instalada en los Valles de Río Negro y Neuquén generando enormes daños sobre la producción frutícola de la región.
Las denuncias han sido crecientes en las últimas temporadas y el daño se observa por igual el el Alto Valle, Valle Medio y Valle Inferior del norte de la Patagonia. La población de estas aves a lo largo del área agrícola creció desmedidamente en los últimos años y el daño económico que se observa en las explotaciones es cada vez mayor.
Las "cotorras” o “catas" pueden ocasionar daños en flores, brotes y frutos en crecimiento o maduros de especies de pepita, carozo y frutos secos. Un reciente video grabado en una chacra de la región muestra con claridad el daño generado por las cotorras. En las imágenes se puede observar como la fruta que aún se encuentra en su ciclo de maduración está mordida y destruida por los pájaros, que llegan en bandadas a los cultivos y no dejan nada a su paso, ya que no sólo comen de forma desesperada sino también generan un daño sobre la planta.
A raíz de las severas dificultades y pérdidas económicas que provocó la expansión de las poblaciones de cotorras el Gobierno de Río Negro autorizó una serie de acciones para el manejo de esta especie. Las estrategias propuestas contemplan acciones de volteo de nidos en temporada no reproductiva de la especie (otoño/invierno) y visuales; y preservación de las poblaciones de aves rapaces como especies clave en el control ecológico natural (Gavilanes, Halcones, Caranchos, Chimangos, Lechuzas y Lechuzones), aliadas en el control de roedores y potenciales predadores de adultos y pichones de cotorras, entre otras.
Sin embargo, hasta ahora, estos métodos preventivos no hicieron efecto sobre la población de esta plaga. Por el contrario, siguió creciendo en los últimos años de forma importante y avanzando sobre las explotaciones frutícolas.
La Cotorra común es una especie de la fauna silvestre, cuya distribución original se limitaba a la ecorregión del Espinal y a la Región Pampeana Oriental en Argentina. Factores como la disponibilidad de granos en época invernal y la modificación de hábitats naturales coincidentes con la conversión de praderas naturales en tierras de cultivo, han llevado a que esta distribución cambie a lo largo de los años, estimándose una expansión de las poblaciones de cotorras hacia zonas previamente no ocupadas a una tasa de 5 kilómetros al año en promedio.
La llegada de esta especie al Alto Valle de Río Negro data de entre 20 y 25 años, y se vio favorecida por el cambio en el uso de la tierra hacia prácticas como el engorde a corral, el cultivo de girasol y maíz. Esta situación, conjuntamente con sus características reproductivas y de comportamiento ha fomentado el crecimiento excesivo de la especie que actualmente representa una amenaza económica, ecológica y sanitaria.
Hace ya tiempo que los productores del Valle de Río Negro y Neuquén vienen reclamando por medidas para controlar el crecimiento exponencial que muestra la plaga, pero hasta ahora solo las medidas has sido preventivas y no detuvieron su avance sobre las tierras productivas.
Estrategia para control de la plaga
Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) da cuenta de como enfrentar la plaga para buscar minimizar los daños que genera en la producción. El trabajo detalla que la eficacia de los métodos depende de la disponibilidad de sitios alternativos donde las cotorras puedan ir a alimentarse, sin que las molesten.
- Implementar las medidas de ahuyentamiento preventivamente, antes que las aves establezcan el sitio para alimentarse.
- Combinar distintas técnicas, considerando que en la integración de las mismas debe ser clave el factor sorpresa.
- Combinar al menos 2 alternativas del mismo tipo simultáneamente, por ejemplo, disparos de escopeta y cañón de explosión.
- Preferentemente, utilizar las estrategias de ahuyentamiento en época no reproductiva (otoño-invierno), antes que las aves fijen el lugar como sitio de alimentación y, diariamente, antes que se posen cuando están en vuelo.
- Persistir continuamente hasta que el problema desaparezca.
- Organización: de ser posible, planificar estas actividades con anticipación y designar al menos una persona responsable de la tarea.
El video que sigue a continuación, se tomo recientemente en la región del Valle Inferior de Río Negro y muestra la densidad poblacional que ya presenta la plaga.
Las medidas más eficientes para controlar los daños en frutales -pero no la expansión de la plaga- han sido las protecciones totales de las plantaciones con mallas que impiden el paso de las aves para tener contacto con el fruto. Pero esta alternativa, que también sirve para impedir los efectos nocivos del sol sobre la fruta y prevé el daño del granizo, es muy cara para la mayor parte de los productores. Por otra parte, hay que recordar que esta plaga genera daños sobre los frutales durante todo el año, inclusive en los momentos de 'dormancia' de las plantaciones, momento en que la malla no se coloca en las explotaciones.
Queda solo esperar la reacción de los organismos pertinentes para poder controlar el creciente avance de esta plaga sobre las áreas productivas de la región del norte de la Patagonia. Sin medidas, los daños aumentarán generando pérdidas de productividad en las explotaciones con todo lo que ello conlleva.
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