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Histórico desplome en la faena vacuna en Patagonia: cae 24% en 2025

La ganadería del norte de la Patagonia atraviesa un momento crítico. Según el SENASA, en los primeros cinco meses del año se faenaron apenas 91.509 cabezas.

En un contexto económico nacional signado por la incertidumbre y una crisis de consumo cada vez más profunda, el norte de la Patagonia enfrenta su propio drama productivo. La hacienda vacuna criada en las provincias de Río Negro y Neuquén muestra, durante los primeros cinco meses de 2025, una caída abrupta en sus niveles de faena, con cifras que no se veían desde hace años.

Según un informe reciente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), durante los primeros cinco meses del año se enviaron a faena 91.509 cabezas de ganado desde estas provincias. La cifra representa un derrumbe del 16,5% en comparación con el mismo período de 2024 y una baja aún más pronunciada —del 24,1%— si se la confronta con el promedio de los últimos cinco años (2020-2024).

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En términos absolutos, en estos primeros cinco meses del año unas 18.000 cabezas menos de vacunos proveniente de los campos de Río Negro y Neuquén se faenaron durante 2025 respecto de mismo período de del año pasado.

Este retroceso no es un simple número: es una señal clara de que algo más profundo está ocurriendo en la cadena productiva patagónica. El dato refleja la menor cantidad de animales que fueron enviados a faena, tanto dentro como fuera de la región, abarcando el total de bovinos orientados a frigoríficos en cualquier parte del país. La caída no solo es interanual, sino que marca el punto más bajo en los registros recientes, lo que enciende una alerta roja en los campos, las plantas industriales y los mostradores de las carnicerías.

Fuentes consultadas por +P coinciden en señalar que una de las causas de este fenómeno probablemente es la creciente retención de animales en los establecimientos rurales. Esta estrategia defensiva adoptada por los productores responde a los precios históricamente bajos que actualmente la industria paga por el kilo vivo. “No se vende porque no conviene, y no conviene porque el precio no cubre los costos”, señala un productor de la zona del Valle Medio.

Desde la industria, sin embargo, explican que los valores no son arbitrarios, sino consecuencia directa del comportamiento del mercado. “Con el consumo desplomado, la faena también cae. Pero esto también nos afecta: faenamos menos, perdemos escala y nuestros costos se disparan. La rentabilidad de los frigoríficos está en jaque”, confiesa un operador de una planta frigorífica en General Roca.

La caída también se refleja de forma contundente en los propios establecimientos frigoríficos radicados en Río Negro y Neuquén. De acuerdo con el SENASA, durante estos primeros cinco meses de 2025 estas plantas faenaron apenas 72.674 cabezas, un 21% menos que el año anterior. Se trata del menor volumen registrado en los últimos años, agravando aún más el panorama de la industria local, que ve cómo sus líneas de producción se ralentizan mientras los costos fijos siguen en aumento.

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El SENASA aclara en este caso que, para la estadística elaborada, se toman los establecimientos fiscalizados por el organismo, los que representan más del 90% del total de la faena de Río Negro y Neuquén.

Un golpe más: la flexibilización de la barrera sanitaria

A este difícil escenario se suma un factor adicional que genera profunda preocupación entre los distintos actores de la cadena: la reciente decisión del Gobierno Nacional, a través del SENASA, de flexibilizar la histórica barrera sanitaria patagónica. La autorización para el ingreso de carne con hueso desde el norte del país —especialmente desde La Pampa— amenaza con inundar el mercado regional con productos a menor costo, generando una competencia que muchos productores y frigoríficos patagónicos no podrán enfrentar. “La sobreoferta de carne va a empujar los precios hacia abajo. Si ya estamos complicados con los valores actuales, imagínate cuando entren productos más baratos del norte. Vamos a quedar fuera del mercado”, advierte un dirigente rural neuquino.

No se descarta que la ofensiva de Nación quede sólo en el ingreso de carne con hueso. Las barreras internas son las que están analizando con cierta obsesión desde la administración Milei y mayores cambios en la barrera profundizarán la crisis del sector. En este contexto, el reto para la región es mayúsculo. La competencia será dura y el “mercado libre” que ahora predomina exigirá a los productores e industriales locales mejorar su eficiencia, reducir costos y, sobre todo, sostener un estándar de calidad que les permita diferenciarse.

La faena en caída no solo refleja un parate coyuntural. Es el síntoma de una transformación estructural que amenaza con redefinir —para bien o para mal— el mapa de la carne en la Patagonia. Y mientras tanto, en el mostrador, el consumidor ya empieza a notar los cambios: menos variedad, precios volátiles y una incertidumbre que, al igual que en el campo, no parece tener fin.

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