Revolución en la dieta china: producción de ratas como alternativa sostenible
Para algunos puede ser repugnante, pero las ratas de bambú vuelven a emerger como dieta sostenible de proteínas en China. Te mostramos cómo se producen.
Escondida entre las colinas neblinosas de Ganzhou, en la provincia de Jiangxi, se encuentra una pequeña granja que ha llamado la atención no solo por su inusual producto, sino por su propuesta frente a uno de los grandes retos alimentarios del siglo XXI: ¿Cómo alimentar de forma sostenible a una población cada vez más exigente con su dieta? La respuesta, para los nuevos emprendedores de China, está en las ratas. No cualquier tipo de rata, sino en la rata de bambú (Rhizomys sinensis), un roedor que podría convertirse en la próxima gran alternativa proteica del país más poblado del mundo.
Durante años, la rata de bambú fue considerada poco más que una plaga agrícola. Se alimenta de raíces de cultivos como la tapioca, la caña de azúcar y, por supuesto, el bambú. Pero en las regiones montañosas del sur de China, como Guangdong, Guangxi, Hunan y Jiangxi, su estatus ha cambiado radicalmente: ahora es una valiosa fuente de carne.
En muchas de estas zonas, el terreno escarpado hace difícil criar ganado de gran tamaño. Allí es donde la rata de bambú se convierte en una opción atractiva: pequeña, adaptable y alimentada exclusivamente de bambú silvestre —un recurso abundante y gratuito—, representa una alternativa ecológica y económica.
Aunque no existen cifras oficiales unificadas, según estimaciones de asociaciones rurales y académicos locales, China produce anualmente entre 10 y 15 millones de ratas de bambú, lo que representa alrededor de 20.000 a 30.000 toneladas de carne al año. El mercado, aunque todavía nicho, está en clara expansión. Antes del brote de COVID-19, había registradas más de 20.000 granjas dedicadas a la cría de estos roedores, concentradas principalmente en las provincias del sur del país. El gobierno, en un momento, incluso alentó su producción como una forma de combatir la pobreza rural en regiones remotas.
Las ratas, ¿Pueden competir con el cerdo y el pollo?
En términos nutricionales, la carne de rata de bambú es rica en proteínas (alrededor de 20%), baja en grasas (menos del 5%) y contiene una alta concentración de aminoácidos esenciales. Algunos estudios realizados en universidades agrícolas chinas destacan que su valor nutricional es comparable al del conejo o el pollo, y superior al del cerdo en términos de perfil lipídico saludable. Además, al ser alimentadas exclusivamente con bambú, la carne tiene un sabor delicado y una textura que muchos consumidores describen como una mezcla entre el pollo y la anguila.
Desde el punto de vista ecológico, su crianza emite menos gases de efecto invernadero, requiere menos agua y menos superficie de tierra cultivable que el ganado convencional. En un país donde las regulaciones ambientales se han endurecido en los últimos años, estas ventajas no son menores.
En las regiones cantonesas, la rata de bambú no es solo comida. Es un símbolo cultural, un manjar con historia milenaria. Algunos restaurantes exclusivos en ciudades como Guangzhou, Shenzhen o incluso en Shanghái han comenzado a ofrecer platos elaborados con rata de bambú, lo que ha elevado su estatus. Zhu Zhibao, chef ejecutivo de Prosperous Kitchen, explica que el consumo de rata de bambú tiene una tradición de más de 1.000 años, y que incluso existen textos médicos tradicionales que afirman que la carne de este roedor es beneficiosa para la piel, ayuda a la digestión y “realza la belleza”.
Yuan Jiecheng, otro restaurantero de Guangdong, afirma que tras la popularización de la carne de rata de bambú en redes sociales, especialmente entre jóvenes urbanos, el consumo pasó de ser una curiosidad rural a una tendencia culinaria. “La comida exótica es también una forma de mostrar individualidad”, explica.
Dos de los principales promotores de esta carne alternativa son Liu Suliang y Hu Yueqing, conocidos como los “Chinese Farm Brothers”. En su granja en Ganzhou, documentan la cría, el sacrificio y la preparación culinaria de ratas de bambú en videos que han acumulado millones de vistas en plataformas como Bilibili, Douyin (TikTok) y Weibo. Con humor, autenticidad y una estética rústica, han logrado transformar un producto marginal en un fenómeno digital. “Parecen demasiado lindos para comérselos”, bromea Liu en uno de sus videos, levantando a una rata y declarando: “No puedo enviarla a la universidad, así que tiene que ir a la parrilla”.
Comenzaron con solo 50 ratas hace cinco años. Hoy, producen más de 1.000 al año y tienen planes para escalar a miles más. “La oferta no alcanza a cubrir la demanda”, afirma Liu, y destaca la facilidad reproductiva del animal: una rata de bambú puede tener hasta cuatro camadas al año, con varias crías por camada que alcanzan 2 kg en solo seis meses.
Covid-19: auge, prohibición y renacimiento
La historia de la rata de bambú no ha sido lineal. En 2020, durante el estallido de la pandemia de COVID-19, el gobierno chino impuso una prohibición temporal sobre el comercio y consumo de animales silvestres, en un intento por reducir los riesgos de futuras zoonosis. Esta medida afectó directamente a los criadores de rata de bambú, cuya carne fue erróneamente asociada con los mercados húmedos de Wuhan.
Miles de granjas cerraron. Algunas fueron obligadas a sacrificar sus animales y recibir compensaciones mínimas del gobierno. Durante casi dos años, la industria colapsó, y muchos criadores abandonaron la actividad por completo. Sin embargo, en 2022, y ante el renovado interés global en las proteínas alternativas y la seguridad alimentaria, el gobierno revisó la regulación. Las ratas de bambú volvieron a ser permitidas, siempre que su producción estuviera bajo estrictas normas sanitarias, registro oficial y confinamiento en granjas certificadas.
La industria ha comenzado lentamente a resurgir, impulsada tanto por el consumo local como por el interés de chefs y empresas de alimentos que ven en esta carne una solución versátil, sostenible y rentable.
Perspectivas: ¿Podría China exportar ratas de bambú?
Aunque hoy el consumo está limitado principalmente a China, hay quienes vislumbran un potencial internacional. Algunas startups de alimentos están experimentando con productos derivados, como hamburguesas, nuggets y embutidos elaborados con carne de rata de bambú, apuntando a mercados aventureros o interesados en alimentos sostenibles. Sin embargo, existen barreras culturales significativas. Para muchos consumidores fuera de Asia, la idea de comer ratas, por más limpias o saludables que sean, genera rechazo. Aun así, el mercado de proteínas alternativas se encuentra en expansión, y ya ha dado cabida a insectos, algas, e incluso carne cultivada en laboratorio.
“Hace diez años nadie pensaba en comer grillos o larvas, y ahora hay empresas que las venden en supermercados europeos”, dice Liu. “¿Por qué no una rata de bambú?”
La rata de bambú representa más que una fuente alternativa de carne: es una historia de adaptación, resiliencia e innovación rural. En un mundo que busca soluciones frente al cambio climático, la crisis alimentaria y las limitaciones del modelo ganadero tradicional, este roedor humilde podría ser parte del cambio.
Mientras las colinas de Jiangxi sigan produciendo bambú y mientras haya jóvenes con espíritu emprendedor como Liu y Hu, la rata de bambú tiene su lugar asegurado en la mesa —y quizás, algún día, también fuera de China.
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