Cambio de rumbo: El Gobierno abandona la ortodoxia económica ante la presión del mercado
El atraso cambiario no daba para más. El Gobierno, con el costo político que ello conlleva, decidió devaluar. Cambio de metas en medio de una año electoral.
El Gobierno cambió de rumbo. Muy a su pesar, dejó la ortodoxia de la tablita cambiaria, forzado por la realidad de los acontecimientos. “Para todos aquellos miopes e ignorantes ‘econotruchos’, les decimos que no sueñen con que vamos a devaluar y que la inflación va rumbo a ser eliminada en pocos meses más”, declaraba fervientemente en uno de sus tantos descalificantes discursos el presidente Milei a fines de febrero de este año.
El Gobierno soñaba llegar a las elecciones con una paridad cambiaria devaluándose al 1% como ancla de precios, una inflación por debajo del 1% y anunciando la salida del cepo con las reservas necesarias para ello en el Banco Central (BCRA). Pero ninguna de estas premisas se pudo cumplir.
Los fuertes desvíos que emergían del programa económico, junto con un contexto internacional bajo tensión, eliminaron todo tipo de esperanza de poder sostener el rumbo.
Teniendo en claro el costo político que debía enfrentar, Javier Milei entendió que así no llegaba a las elecciones y, tras conocerse el índice de inflación de 3,7% para el mes de marzo, dejó de lado la ortodoxia y aplicó el pragmatismo para intentar salir del corsé en el que estaba el programa económico. Fue un cambio de rumbo urgente, consciente de que, así como venía, iba derecho a una crisis financiera.
La anticipada llegada del Fondo Monetario Internacional (FMI), con alrededor de 20.000 millones de dólares, fue el salvavidas (¿de plomo?) que tomó el Gobierno para poder implementar los cambios en la macroeconomía que requería el plan, lejos del sueño de Milei de hace tan solo unos meses atrás.
Los desvíos que mostraba el modelo del ministro Luis Caputo emergieron con fuerza en las últimas semanas. Los dólares financieros disparándose más del 6% y la salida de divisas del BCRA acelerándose en un contexto de reservas negativas en las arcas de la entidad. Un reciente informe elaborado por Quantum Consultora, del economista Daniel Marx, señala que entre el 10 de marzo y el 10 de abril (último dato oficial disponible), el BCRA registró ventas netas de divisas en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) por un acumulado de 2.088 millones de dólares. El movimiento en reservas fue superior: una caída de 3.392 millones de dólares en el período. Además de las ventas netas en el MULC, las reservas brutas cayeron principalmente por las intervenciones que hizo el BCRA en los mercados libres, que se estiman superaron los 900 millones de dólares. Este contexto era insostenible.
Los tres cambios fundamentales que intenta darle vida a este nuevo plan económico (corrección cambiaria, diferimiento de metas de inflación y apertura parcial del cepo cambiario) representan un retroceso importante —pero justificado— dentro de la estrategia política y económica del Gobierno.
- Inflación. Con este nuevo ajuste del plan económico, difícilmente se cumplan las metas proyectadas por el equipo de Luis Caputo para este año, que la ubicaban por debajo del 25%. El último dato de marzo, que cerró en 3,7%, dinamitó esta posibilidad. Las proyecciones para abril indican que el número se ubicaría por encima de este valor, y existe la posibilidad de que recién en el segundo semestre del año pueda volver a perforar el piso del 3%, teniendo en cuenta los efectos de la reciente devaluación de la paridad cambiaria y su implicancia sobre los precios.
- Cambio en la política monetaria. El 3,7% de inflación dinamitó la tablita cambiaria de Luis Caputo, que contemplaba una devaluación del 1% mensual del peso. Resistir en este esquema era agudizar el atraso cambiario que tenía la economía, y por ello se decidió imponer el esquema de banda cambiaria en el que el dólar se moverá entre los 1.000 y 1.400 pesos (excesivamente amplia). Es probable que los exportadores puedan mejorar su competitividad llevando al dólar al techo de la banda sin que intervenga el BCRA, a sabiendas del atraso cambiario existente. Hoy los exportadores están cobrando cerca de 1.180 pesos por dólar. Llegado el caso de que la paridad se acerque, en este nuevo esquema, a los 1.400 pesos, estaríamos hablando de una devaluación en torno al 15%. Esto, sin dudas, sería un aliciente para los exportadores, pero tendrá efectos directos sobre el IPC de los próximos meses.
- Apertura del cepo. Fue uno de los anuncios que el Gobierno tuvo que anticipar. En principio, estaba planificado hacerlo durante el segundo semestre del año para que tuviera efectos electorales. Pero los tiempos se acortaron y se debió anunciar la flexibilización de los controles cambiarios. Aquí hay dos puntos clave. El primero es que las empresas no están incorporadas a esta nueva medida. Es decir, que los más de 10.000 millones de dólares en dividendos anclados hace años en el país y las deudas en dólares con el exterior siguen en el cepo. Solo las personas humanas tienen libertad de acción en la compra y venta de dólares, pero esto tampoco incluye al turismo. En definitiva, estamos lejos de hablar todavía de una apertura real del cepo cambiario. Y las expectativas de que las empresas vuelvan a invertir en la Argentina quedarán recién para 2026, donde, en teoría, comenzaría a liberarse el cepo para ellas.
¿Qué pasará con la economía?
Las principales dudas del mercado están puestas en el dólar. ¿A cuánto abrirá dentro de la banda? ¿Y cómo será la tendencia de mediano plazo? Nadie puede prever este dato. Sí es probable que exista una fuerte volatilidad en el precio de la divisa en los primeros días del mercado, aunque siempre moviéndose dentro de la banda cambiaria.
Mucho dependerá de los desembolsos efectivos que realice el FMI para que el BCRA cuente con los dólares necesarios para intervenir en la plaza cambiaria. Hay que tener en cuenta que el nuevo esquema cambiario planificado por el Gobierno comienza mañana, y hasta el viernes el BCRA tenía reservas negativas superiores a los 10.000 millones de dólares. Es decir, que el dinero del FMI debería estar cuanto antes en las arcas del Central para que no exista una corrida que no se pueda controlar. Es muy probable también que el mercado testee al BCRA esta misma semana para saber cuánto poder de fuego real tiene.
Algunos operadores también señalan que esta devaluación que realizó el Gobierno perderá sentido si en los próximos meses no se logra bajar la inflación. “Volveríamos a la foto de la semana pasada. Con un IPC arriba del 2% y una devaluación del 1%, volveríamos a las inconsistencias del modelo en pocos meses más”, detalló un ejecutivo financiero al ser consultado por el tema.
En definitiva, los cambios aplicados en el modelo económico postergan las pautas macroeconómicas defendidas por el Gobierno hasta tan solo unos meses atrás.
Es probable que la inflación se acelere y encuentre un nuevo techo en los próximos meses. No se descarta también una desaceleración del crecimiento que venía mostrando la economía en los últimos tiempos, ni tampoco una suba de la tasa de interés para intentar contener los pesos en el sistema.
Las próximas semanas serán claves para saber si el nuevo plan del Gobierno está funcionando y si el mercado financiero calma sus ansiedades.
Las cartas están echadas. Solo falta esperar si las nuevas medidas vuelven a generar confianza.
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