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El secreto de los vinos orgánicos: Cómo los productores enfrentan a las hormigas

Las hormigas representan un desafío en viñedos orgánicos. Se conocieron nuevas formas para encontrar el equilibrio entre el control de plagas y la producción verde.

Las hormigas cortadoras representan uno de los mayores retos para los viñedos orgánicos en Mendoza, según revela un reciente estudio que destaca su doble naturaleza: una plaga que afecta la producción, pero también un componente clave del equilibrio ecológico. Este proyecto, basado en entrevistas y encuestas a productores locales, subraya la necesidad de estrategias de manejo que integren sostenibilidad y productividad.

En los viñedos orgánicos, las hormigas son vistas con ambivalencia. Por un lado, causan daños significativos al defoliar las vides, especialmente durante la transición de cultivos tradicionales a orgánicos, donde la falta de cultivos de cobertura deja a las vides como única fuente de alimento. Estas defoliaciones pueden debilitar las plantas, e incluso provocar su muerte, generando heterogeneidad en el viñedo y complicando su manejo. Por otro lado, las hormigas cumplen funciones ecológicas esenciales, como la aireación del suelo y la incorporación de materia orgánica, lo que obliga a los viticultores a repensar su control desde una perspectiva sistémica.

El estudio destaca que las decisiones de manejo no solo dependen de factores técnicos, sino también de aspectos sociales, organizacionales y contextuales, como el tipo de viñedo, el rol del profesional y el acceso a insumos o conocimientos. Los viñedos orgánicos y agroecológicos priorizan prácticas sostenibles, como el uso de cultivos de cobertura para diversificar las fuentes de alimento y fomentar la competencia entre especies de hormigas, logrando un equilibrio biológico. La vegetación nativa alrededor de los viñedos también se presenta como una solución clave, ya que las hormigas, presentes en la región mucho antes de los cultivos, consumen pasturas naturales, reduciendo su impacto en las vides.

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Entre las herramientas autorizadas para el control orgánico se encuentran los hongos entomopatógenos, como Beauveria bassiana, que infectan selectivamente a las hormigas, y cebos biológicos que propagan estos hongos dentro de las colonias. Asimismo, el uso de Trichoderma viride como fungicida biológico ayuda a controlar hongos fitopatógenos asociados a las hormigas, respetando los principios de la producción orgánica. Sin embargo, ningún método es completamente efectivo por sí solo, por lo que se recomienda un enfoque integrado que combine monitoreo constante, biodiversidad funcional y aprendizaje continuo.

Un avance destacado es el uso de trampas inteligentes con sensores y visión por computadora, que permiten monitorear la presencia de hormigas en tiempo real. Estas tecnologías optimizan la aplicación de tratamientos y reducen el uso de insumos, marcando un paso hacia la vitivinicultura de precisión.

El manejo de las hormigas no es solo un desafío técnico, sino también social. La transición hacia modelos de producción más sustentables requiere diálogo entre productores, técnicos y bodegas, así como acceso a capacitación y conocimientos actualizados. En un contexto donde los viñedos orgánicos están en auge, estas prácticas no solo buscan mitigar el impacto de las hormigas, sino también preservar la biodiversidad y garantizar la resiliencia de los agroecosistemas.

Fuente: Asociación Argentina de Ecología

2025-03-18-2465-Fruitos-etal-Vol35(1)-Es-136a147-GALERA-doi.pdf

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